A las 8:00 me cambio (juro que un día de estos llegaré a mi trabajo sin saco y corbata, a ver qué pasa). A las 8:15 desayuno (de Cabo Engaño a Dajabón, de Nagua a Barahona... ¿por dónde empieza y termina hoy el país? El problema es que la gente equivocadamente espera que yo siempre sepa por dónde es). A las 8:30 veo la agenda (y la tradición me asigna el papel de infalible, ¡qué tremenda vaina!). A las 8:31 me despido de Candy con un beso (y lo grande es que precisamente para eso fue que me empeñé en llegar). A las 8:32 “Respetuosamente, señor...”. Nos vamos. (Ya sé: el país empieza y termina en el Palacio Nacional).