miércoles, 22 de julio de 2015

País de bárbaros

Sea carro público, motor o yipetón del año; sea hombre o mujer, joven o viejo, rico o pobre; sea en las calles interiores, en las grande avenidas, en túneles, elevados, puentes y carreteras, no hay respeto al semáforo, a ningún sentido de circulación, a ningún límite de velocidad; no hay respeto a nada ni a nadie: es República Dominicana machaconamente cotidiana; es la impunidad pública general de todos los días; es la ambulancia a la que nadie le abre paso, incluyendo al agente de tránsito, tan indiferente como todos los demás, para vergüenza, rabia y pena de todo al que le duela este país en la barbarie.