lunes, 14 de marzo de 2016

Abinader y Danilo candidatos de nuevos tiempos

Héctor Domínguez

Santo Domingo Todavía, en la época que le tocó conducir el país al Dr. Leonel Fernández y al Ing. agrónomo Hipólito Mejía Domínguez, yacían demasiadas razones para la confrontación y el uso de los lenguajes más radicales. 

 Eran épocas donde las contradicciones se dirimían con los verbos más encendidos, llenos de emociones y de sentimientos con fuertes cargas ideológicas. 

 Hoy las cosas han cambiado. Asistimos a unas elecciones, donde los dos principales contendores son hombres de luces y ninguno puede endilgarle al otro, pasado vinculado al oscurantismo, ni hechos abominables. Pudiera decirse que son hombres tallados a la altura de los tiempos. 

 Incluso con coincidencias importantísimas, en el accionar de sus carreras políticas y en sus discursos. En las elecciones de 1990, bajo la bandera morada y la estrella amarilla del peledeísmo triunfante, Luis y Danilo agitaban con emoción la candidatura del profesor Juan Bosch. 

 En ese momento, su padre abandonó el Partido Revolucionario Dominicano, disgustado, porque no se le escogió como candidato presidencial. Me correspondió, junto a Tomás Hernández Alberto y Hatuey Decamps, la labor de mantener al PRD vivo, después del intento de Jacobo Majluta y José Francisco Peña Gómez, para congelarlo y participar en esas elecciones, Jacobo por el PRI y Peña por el BIS.

 Danilo Medina, sureño por nacimiento, convicción, vocación y antonomasia. Candidato del orden, del progreso y del amor. Hombre formado por la fe y la esperanza. Con profunda vocación patriótica, conocedor y militante de las escuelas de pensamientos avanzados y profundos. 

 Con una larga y vasta experiencia en el manejo de los asuntos del Estado que van desde la Presidencia de la Cámara de Diputados, el Ministerio Administrativo de la Presidencia, hasta la Presidencia de la República. 



 Luis Abinader Corona, de familia con profundas raigambres de trabajo en la región del Cibao; una vasta experiencia en el manejo de los negocios de la familia y buen currículo profesional. Y una constelación inmensa de posibilidades en el presente y el futuro del país. 

 Asiste a su primer intento en firme, por ingresar a la administración de las cosas públicas. 

 Tiene en sus propias responsabilidades, tremendas oportunidades que, si administra con razón, con ventajas y sin sobrepasamientos, puede lograr, en su momento, objetivos muy superiores a lo que la actualidad le permite. 

 Hoy, penden bajo su responsabilidad, grandes decisiones que, a partir del manejo que decida dar, se proyectarán en su futuro. Tiene que lograr una sabia combinación de las energías con el pensamiento. Por un lado jugar un digno papel en el presente proceso electoral y preservar fuerzas y energías para el futuro.

\ De ninguna manera pretendo trazarle pautas, ni mucho menos, dar consejos. Sólo me estoy atreviendo a una valoración que, a lo mejor, pueda serle de utilidad, tanto en el presente como en el futuro. Fui uno de los primeros dirigentes del Partido Revolucionario 

Dominicano, invitados por Luis Abinader a participar de lo que luego se convertiría en su proyecto. El antiguo hotel Lina, en la Máximo Gómez, Rafael Santos y Antonio Rosario, son testigos de la invitación que Luis me formuló para que lo acompañara en su proyecto. 

 Él puede jugar un papel frontal y decente. Sin sobreestimar sus reales posibilidades. 

 Cuidarse en el entorno 

 No hacerlo puede llevarlo a cosechar tremenda derrota; imposibilitando convertir su pérdida en ganancia.

 Luis debe disparar con mucha prudencia, primero para no cerrar la posibilidad de una cooperación con el Presidente, después de las elecciones, y cuidar con mucho celo su retaguardia. P

udiera ser el sucesor del presidente Danilo Medina en la Presidencia, pero debe cuidar como “Guinea tuerta” su entorno. 

 Cuidar el frente y la retaguardia 

 Un ataque frontal contra el presidente Medina puede cerrar innecesariamente una puerta que ya se abrió, y que ha sido de gran provecho para el propio Abinader y para la vida democrática del país. 

Puede significar, además, gastar mucho más energías de lo que la lógica de una campaña, sin ninguna posibilidad de triunfo, recomienda. 

 Esto, naturalmente, lo llevaría a terminar la presente campaña electoral, agobiado, cansado y sin ánimo para emprender inmediatamente la labor de reconstrucción de su partido, con miras a las elecciones del 2020, donde, indiscutiblemente, él podría tener mayores posibilidades. 

 De esta manera, quedaría completamente descuidada su retaguardia, sin energías, como una carabina sin carga, para iniciar el trabajo de reorganización de sus fuerzas, dentro su Partido Revolucionario Moderno. 

 Esto le daría la oportunidad a Hipólito Mejía, que viene fresco y descansado, al final de una maratónica carrera, donde ha logrado acumular demasiadas energías para la próxima contienda. 

Además, en el 2020, Hipólito que retorna al ruedo electoral, con el beneplácito de una sociedad de memoria corta, lleno de energías y con buen semblante físico, (aparentando menos de los 80 años que, para entonces cumpliría), estaría en las mejores condiciones para volver a intentar su retorno al poder, después de su fracaso en el 2004. Ahora con un escenario completamente nuevo y diferente y sin carga negativa en sus hombros. 

 Hipólito, mucho más que Luis, sí sabe manejar con astucia las contradicciones con Miguel Vargas, puede ser el artífice de la reunificación del Partido Revolucionario Dominicano y lógicamente con él a la cabeza, de su boleta electoral.

 Cumplir sus aspiraciones de volver a completar sus “sueños dorados de retornar al palacio”. 

 Si Luis dispara todos los cartuchos pueden agarrarlo “asando batata”, en su propio partido, una vez pasen las elecciones. 

 La fortaleza que tiene Hipólito en toda la estructura del PRM, y las fuerzas que a lo interno del PRD levantaría, producto del nido que pacientemente ha ido construyendo, además de que en la población sigue teniendo una interesante franja del electorado, lo colocarían en el momento ideal para volver a intentarlo. 

 Hoy disfruta del paso del tiempo; nadie tiene contra él posiciones radicales.

 ¿Podrá Luis Abinader manejar con la sabiduría y madurez necesarias este intrincado y complejo momento? Después del 20 de mayo comenzaremos a ver, mientras tanto nos toca continuar trabajando, para darle al pueblo dominicano la oportunidad de ver completar la inmensa e interesante obra que el presidente Danilo Medina Sánchez está realizando. 

 El autor es Embajador de Rep. Dominicana en Japón.