La masacre de Orlando volvió a abrir el debate sobre la portación de armas en Estados Unidos. En los últimos 16 ataques perpetrados en el país, la gran mayoría del armamento utilizado fue comprado legalmente y con una verificación de antecedentes federales.
De esos atacantes, al menos ocho tenían antecedentes penales o problemas mentales. Sin embargo, esto no les impidió obtener armas y llevar a cabo macabras matanzas.
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