Los tiempos que atravesamos necesariamente tienen que movernos a reflexionar en el más amplio sentido de la palabra, como nación, familia y sociedad; lo que complica la cosa, en el orden que sea, es que uno no sabe por dónde empezar, y es mucho lo que hay que colocar sobre la mesa de las consideraciones, abundancia de engaños, de falta de honestidad y de amor al prójimo, rechazos, discriminaciones y divisiones, enemistades y traiciones, murmuraciones, frustraciones sin superar, políticos hipócritas, oportunistas y corrompidos, calles llenas de atracos e inseguridad ciudadana, robos y asesinatos, tristezas y escasez, ovejas fuera del aprisco sin pastores que dejen las 99 para ir tras ellas y restaurarlas, vivencias del pasado y del presente sin resolver, de falta de perdón y de amor, de heridas que no han cerrado, de amores no realizados, de dolores sin amainar, además de otras cosas que tienen afinidad con lo que hemos mencionado.
Pero, una lectura de la Palabra de Dios, trajo luces y aliento a mi espíritu, contentamiento y regocijo a mi alma, paz, armonía y comprensión a todo mi ser, la comparto con todos/as: “¿De qué me sirve hablar lenguas humanas o angélicas? Si me falta el amor, no soy más que una campana que repica o unos platillos que hacen ruido. ¿De qué me sirve comunicar mensajes de parte de Dios, penetrar todos los secretos y poseer la más profunda ciencia? ¿De qué me vale tener toda la fe que se precisa para mover montañas? Si me falta el amor, no soy nada. ¿De qué me sirve desprenderme de todos mis bienes, e incluso entregar mi cuerpo a las llamas? Si me falta el amor, de nada me aprovecha.
El amor es comprensivo y servicial;
el amor nada sabe de envidias,
de jactancias, ni de orgullos.
No es grosero, no es egoísta,
no pierde los estribos, no es rencoroso.
Lejos de alegrarse de la injusticia,
encuentra su gozo en la verdad.
Disculpa sin límites, confía sin límites,
espera sin límites, soporta sin límites.
El amor nunca muere.
Vendrá, en cambio, un día
en que nadie comunicará
mensajes de parte de Dios,
nadie hablará en un lenguaje misterioso,
nadie podrá presumir de una profunda ciencia.
Ahora, en efecto, nuestro saber es limitado,
limitada nuestra capacidad
de hablar en nombre de Dios.
Más cuando venga lo completo,
desaparecerá lo que es limitado.
Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, razonaba como niño;
al hacerme adulto, dije adiós a las cosas de niño.
Ahora vemos confusamente,
como por medio de un espejo;
Entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco sólo de forma limitada;
Entonces conoceré del todo,
como Dios mismo me conoce.
Tres cosas hay que ahora permanecen:
La fe, la esperanza, el amor.
De todas ellas, la más grande es el amor”.
1 Corintios 13La Palabra (España) (BLP).
Maranatha
Pastor
Antonio Regalado