El último caso, más cercano a la ceremonia de apertura, fue el de un ladrón que murió muy cerca del estadio, tras ser blanco de los disparos de un policía militar que trabaja en la seguridad de los Juegos.
"Las primeras informaciones obtenidas en una minuciosa investigación en el lugar de los hechos apuntan a que el hombre estaba practicando asaltos cuando un policía militar de otro estado, trabajando en la seguridad de los Juegos, lo baleó", dijo en un comunicado.
Horas antes, una arquitecta que conducía su automóvil por uno de los principales accesos al Bulevar Olímpico, en la modernizada zona portuaria de Río donde se encuentra la Casa Brasil y el Museo del Mañana, murió de un disparo en la cabeza durante un intento de asalto.
La mujer, de 51 años, fue abordada a las nueve de la mañana del viernes por tres hombres armados que quisieron robarle. Se asustó, quiso huir y fue baleada. Perdió el control del vehículo, atravesó los rieles del nuevo tranvía que recorre el centro y se estrelló contra una columna, precisó el diario O Globo.
En un episodio aún poco claro, otro brasileño mató a un asaltante el jueves, en la víspera de la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica. El hombre, un abogado y luchador de jiu-jitsu que dirigía su BMW blindado por el barrio del Parque y la Villa Olímpica cuando fue abordado por asaltantes en moto, se identificó ante la policía como vicecónsul de Rusia, lo cual fue desmentido por la embajada rusa en Brasilia.
Un total de 85.000 militares y policías —el doble que en Londres 2012— trabajan en la seguridad de los Juegos en Río y las demás ciudades que acogen partidos de fútbol olímpicos (Brasilia, Manaus, Belo Horizonte, Sao Paulo, Salvador).
Río enfrenta niveles crónicos de inseguridad y violencia urbana alimentados por el narcotráfico y la pobreza de gran parte de sus habitantes. Un promedio de más de tres personas por día son asesinadas o son víctimas de balas perdidas en la ciudad de Rio.
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