Quienes los aman, lo saben: los aguacates tienen la fea costumbre de ponerse negros al poco tiempo de quitarles la piel. Su fresca y untosa carne verde se oxida o pardea rápidamente al contacto con el aire debido a la reacción de la enzima polifenol oxidasa, algo que los aficionados a este fruto intentan remediar con trucos "de la abuela": frotarla con zumo de limón (la receta del guacamole lo lleva por defecto), envolverla con papel transparente, añadir cebolla o aceite de oliva, dejarla en contacto con el hueso.
De momento, la empresa ha desarrollado dos modelos de máquina antioxidante, pero no te precipites en hacer un pedido, ya que están pensados para el mercado industrial: uno procesa 250 kilos de aguacate por hora y el otro 500 kilos. Hastings confía en que, en el futuro, su invento también se cuele en los hogares. De momento, tendremos que seguir recurriendo al zumo de limón o darnos prisa en comer este suculento manjar.
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