El 16 de febrero del 2004 los Vigilantes de Texas enviaron a Alex Rodríguez a los Yanquis a cambio de dinero, del jardinero Alfonso Soriano y un jugador a ser nombrado más tarde, que sería el infielder Joaquin Arias. Alex terminaba una estadía de 3 años con Texas, con quienes firmó en enero del 2001 vía la agencia libre el contrato más caro del beisbol y del deporte profesional en Estados Unidos a ese instante: US$250 millones por 10 años. En su último año con Texas
Alex había ganado el premio MVP, pero los Vigilantes no estaban conformes con los resultados del equipo pues para esos tiempos terminaban en el sótano. Por eso salieron de ese gran costo y los Yanquis lo asumieron.
Alex, inclusive, aceptó el sacrificio de dejar el short stop, donde había ganado dos guantes de oro, y jugar la tercera base. Derek Jeter, que no había ganado tales premios, estaba en el short y, como era un ícono del equipo, no se podía mover de allí. Alex se fue a la tercera base.
En esa base ganó más adelante dos premios más de MVP: en 2005 cuando despachó 54 jonrones y remolcó 156, y en 2007 con 48 jonrones y 130 empujadas. En el 2008 ese pacto fue renegociado y lo extendieron diez años más, pero elevaron la suma a US$275 millones, colocándose, además, bonos especiales de la forma siguiente: los Yanquis pagarían 6 millones por igualar la marca de 660 jonrones de Willie Mays, los 714 de Babe Ruth, los 755 de Hank Aaron, los 762 de Barry Bonds, y otros seis si conectaba el 763 que lo convertiría en el número uno de siempre. En total más de US$30 millones.
De esas proezas jonroneras los Yanquis pensaban sacar grandes beneficios mediante un mercadeo directo, no colateral. El único logro concretado fue lo de Mays, el 660, y ese dinero fue motivo de conflicto por aquello de que la suspensión del 2014 motivó una especie de violación de contrato y, obviamente, su figura perdió valor en el mundo de los negocios. Creo que le pagaron parte y el 50% fue acordado para instituciones sociales de Nueva York y Miami.