No importa que la mujer esté convencida de su decisión, que cuente con el apoyo de su pareja o que ya tenga varios hijos. En una primera instancia, la mayoría de los médicos rechaza la solicitud.
¿Por qué? Para el ginecólogo obstetra Jorge Vargas Guzmán, la respuesta es simple: “No existen indicaciones valederas para realizar esta cirugía, a menos que la vida de la paciente esté en riesgo”.
No obstante, con el paso de los años, la actitud hacia este procedimiento parece haber cambiado. No es raro escuchar sobre mujeres jóvenes que han sido sometidas a una histerectomía porque no desean tener más hijos.
Vargas Guzmán asegura que los ginecólogos que aceptan practicar la histerectomía en una paciente joven y saludable lo hacen porque “no respetan el protocolo de manejo de las sociedades de ginecología en todo el mundo”.
“La función del ginecólogo es orientar a las pacientes”, asevera el experto. “A una menor de 30 años que quiera ser sometida a esta cirugía, el médico debe dedicarle tiempo, paciencia, orientación, para que la paciente esté consciente que no debe realizarse esta cirugía”.
Operar “a la ligera”
Jorge Vargas Guzmán asegura que la mayoría de las histerectomías que se hacen en el mundo entero, sin importar la edad de la paciente, es mal indicada y podría ser evitada.
“Los médicos debemos orientar y educar a las pacientes... Debemos orientar a los ginecólogos en que no se deben operar a las pacientes del útero a la ligera”.
Razones para una histerectomía
“Una paciente de menos de 30 años edad no debería decidirse por una histerectomía”. Así opina el ginecólogo obstetra Jorge Vargas Guzmán, quien apoya su opinión en los protocolos internacionales de ginecología y obstetricia.
Para el galeno, dar vida es una de las funciones “más sublimes sobre la tierra” y la operación imposibilita de por vida a una mujer para poder embarazarse. Se trata de una cirugía grande y definitiva.
A pesar de eso, no pocas mujeres solicitan a los médicos esta cirugía. Unas lo hacen porque ya son madres y no desean procrear más. Otras desean practicarse la histerectomía cuando les diagnostican el virus del papiloma humano y hay cambios que las hacen temer que sus lesiones degeneren en cáncer.
Sin embargo, según Vargas Guzmán, los protocolos de manejo actualizados no contemplan esta indicación ni siquiera en estos casos.
“Existen otros manejos, sin necesidad de hacer la histerectomía”, señala.
¿Cuándo es el tiempo?
Existen dos circunstancias en las que un médico podría recomendar la histerectomía en una mujer joven: la emergencia obstétrica y el cáncer. En ambos casos, la operación busca salvar la vida de la paciente.
La primera se presenta cuando, al momento de un parto vaginal o vía cesárea, hay hemorragia debido a una atonía o hipotonía uterina, placenta accreta (excesivamente adherida a la pared uterina) o desprendimiento de la placenta por causa de hipertensión arterial del embarazo o trauma obstétrico.
“En estos casos la madre podría morir si no se extirpa el útero y se frena el sangrado”, explica Vargas Guzmán.
El cáncer de cérvix o de útero invasivo o in situ también se combate extirpando la matriz. En este caso, la histerectomía reduce el riesgo de muerte y eleva la posibilidad de éxito del tratamiento posterior, sea de quimioterapia o radioterapia.
Pero la histerectomía radical, recomendada cuando hay cáncer de útero, cérvix u ovarios, implica que la mujer entre en una menopausia precoz. Entonces, aparecerán cambios que van desde los famosos “bochornos” hasta ansiedad, falta de sueño, resequedad vaginal, incontinencia urinaria y riesgo de eventos cardiovasculares.
Impacto psicológico
La extirpación del útero puede tener un impacto psicológico negativo en mujeres muy jóvenes, sobre todo cuando la operación se hace como consecuencia de una emergencia obstétrica. Algunas pacientes sienten culpa y arrepentimiento.
“Creen que al estar sin útero estarán vacías, de ahí viene el nombre de ‘vaciamiento’, y que no van a sentir sexualmente igual, o los hombres consideran que la mujer ya está ‘vacía’ o que no puede dar hijos o que al no tener útero ya no sirve como compañera y hacen sentir a la mujer despreciada, insultada y desconsiderada”, comenta Vargas Guzmán, quien aclara que estas creencias son “totalmente falsas”.
ENTENDÍAMOS QUE CON DOS HIJOS ERA SUFICIENTE”
Proviniendo de una familia numerosa y muy fértil, “Míriam” tuvo claro desde temprano que no traería al mundo más de dos hijos. Por eso, cuando a pesar de haber probado sin éxito diferentes métodos anticonceptivos, quedó embarazada por segunda ocasión, ella y su pareja decidieron que Míriam se sometería a una histerectomía.
“Nosotros entendíamos que, para darles una buena calidad de vida, con dos hijos era suficiente”, explica.
Al plantearle la posibilidad al ginecólogo que daba seguimiento a su embarazo, este argumentó que Míriam era muy joven para someterse a esta cirugía. Sin embargo, al ver lo convencida que la pareja estaba de su decisión, el médico accedió. A Míriam le extirparían el útero el mismo día que daría a luz a su segundo hijo.
Durante el octavo mes del embarazo, se presentó un contratiempo de salud que, según el médico, se resolvió sin problemas y no tendría consecuencias para la criatura. No obstante, llegado el día del parto no todo ocurrió como se esperaba. A Míriam no le permitieron ver a su bebé de inmediato. Al día siguiente se enteraría de que la criatura había nacido con un problema médico que lo llevaría a quirófano en apenas una semana. A pesar de eso, inmediatamente después de la cesárea, a la joven madre le practicaron la histerectomía, una cirugía para la cual ella y su pareja habían firmado un consentimiento escrito y de la cual, afirma, se recuperó sin problemas.
Su bebé no corrió la misma suerte.
Con solo 24 años, Míriam perdió el fruto de su segundo embarazo y quedó imposibilitada de engendrar de nuevo.
¿Si se ha arrepentido en algún momento de optar por la histerectomía? “Por lo que pasó, sí. Si no hubiese pasado, no”, afirma.
Habría querido, eso sí, que el médico le diera más orientación. Por eso, a las jóvenes que desean someterse a este procedimiento, les recomienda informarse, aunque “es una decisión personal y depende mucho de las circunstancias”.
Mientras, Míriam y su pareja ya han conversado sobre la posibilidad de recurrir a la adopción. Su ideal de criar dos hijos sigue vigente.
YO QUERÍA TENER CALIDAD DE VIDA”
Tras dar a luz a su segundo hijo, “Laura” tomó la decisión de someterse a una histerectomía. No se trató de una decisión antojadiza.
Su segundo embarazo fue de alto riesgo. Nueve meses de dolor (un médico llegó incluso a sugerirle que abortara) concluyeron con un parto igualmente traumático: Laura sufrió una hemorragia y estuvo varios días en cuidados intensivos.
Tanto ella como su hijo se recuperaron, pero Laura comenzó a dudar de la posibilidad de tener más bebés.
“Yo dije: ‘Yo no puedo parir otra vez; no voy a tener calidad de vida para criar a mis hijos”, recuerda hoy sobre el episodio ocurrido hace casi dos décadas.
El miedo a otro embarazo de alto riesgo no era la única razón detrás de su deseo de que le extirparan la matriz. Laura tenía miomas en el útero (problema que ya le generaba molestias como dolor durante las relaciones sexuales) y un historial familiar de cáncer que le causaba no menos preocupación (aunque hoy reconoce que los miomas no tienen por qué dar lugar a este temor).
Su ginecólogo se negó a operarla, pero Laura afianzó su deseo luego de practicarse una sonografía de rutina.
“Ese útero no sirve para tener hijos”, le dijo el sonografista, quien le recomendó someterse a una histerectomía.
Con el apoyo de su pareja, que, igual que ella, recibió orientación y tuvo que firmar un consentimiento previo para la cirugía, Laura consultó a otro médico que sí estuvo dispuesto a operarla.
A sus 28 años y con dos hijos, la mujer comenzó a vivir sin útero y, hasta ahora, no parece arrepentirse. Excepto porque aumentó “unas cuantas libritas de más”, ha encontrado varias ventajas en la cirugía que otras mujeres de su familia se han practicado también con éxito.
Laura asegura que, tras operarse, comenzó a tener una vida sexual más placentera. Además, ha estado casada por más de 20 años, derribando el mito de que el hombre desprecia a la mujer que ya no puede darle hijos.
Y lo más importante, según ella, es que consiguió justo lo que buscaba: una mejor calidad de vida para poder sacar adelante a su familia. “La mayor satisfacción es cuando (los médicos) me dicen: ‘Usted no tiene nada”.
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