domingo, 11 de junio de 2017

Ratas, ranas e insectos, los alimentos para combatir el hambre en Corea del Norte


En los centros de detención política de Corea del Norte, según el testimonio de un hombre que nació en el Campo 14 y logró escapar, el hambre es la norma. Shin Dong-hyuk le contó al periodista Blaine Harden que en las noches de verano él y otros niños robaban pepinos y peras verdes y los devoraban en el mismo huerto, antes de que los guardias los encontrasen y los golpearan.

 "A los guardias, sin embargo, no les importaba si Shin y sus amigos comían ratas, ranas, serpientes e insectos. Abundaban con intermitencia en la extensión que usaba pocos pesticidas y excrementos humanos como fertilizante", escribió Harden en Escape From Camp 14, la historia de Shin. 

 En las construcciones que comparten cuatro familias, un solo bombillo de luz ilumina —durante las dos horas de luz, de 4 a 5 y de 22 a 23— las cocinas de carbón donde se preparan los 700 gramos de maíz por adulto y los 300 por niño, más algo de col y sal, que se distribuyen por día. Pero si la escasez no fuera razón suficiente, la pelagra es un factor decisivo, en particular durante el invierno: una enfermedad que se deriva de la falta de proteína y de vitamina B3 que provoca debilidad, lesiones en la piel, diarrea y demencia. 

 "Cazar y asar ratas se convirtió en una pasión para Shin. Las cazaba en su casa, en los campos y en las letrinas. Al caer la tarde se encontraba con sus amigos en su escuela primaria, donde había una parrilla de carbón, y las asaba. Shin les pelaba la piel, descartaba las entrañas y le ponía sal a lo que quedaba", resumió el libro. 

 REUTERS