miércoles, 30 de agosto de 2017

Carla Masiel y Emely:


Reflejo de las miradas tristes, desoladas y olvidadas, de gente que tienen valor y sentimientos. Víctimas del descuidado del sistema de seguridad que tiene nuestro país, que no cuenta con castigos ejemplares y con un casi nulo régimen de consecuencias a la delincuencia común.

Un reflejo de lo que le puede suceder a cualquiera de nuestra familia, en un país donde el estado y el poder ejercen una violencia brutal a los que menos pueden. Son miradas sin esperanzas, son miradas de humildad que tocan los sentimientos más profundos de nuestro ser. Miradas sin maldad e inocencia, víctimas de todos nosotros, porque el silencio nos hace responsable, y el olvido nos condena a vivir el día a día irracionalmente, reflejando con nuestra apatía la falta de conciencia, la poco creatividad para exigir la solución de los problemas comunes que a todos nos afectan, pero sobretodo la falta de amor al prójimo.

Los lamentos, las expresiones de dolor, de apoyo y frustraciones en los medios expresan claramente que las personas han hecho un paréntesis en la cotidianidad para ponerle atención a este caso que a muchos nos conmueve, pero no es suficiente, debemos exigir respuestas claras y eficientes para evitar que estos casos sigan pasando.

Mientras no demandemos un sistema de seguridad y de justicia efectivo y real, seguiremos teniendo esas miradas tristes, desoladas, olvidadas e inocentes en los perfiles de nuestras redes, en las planas de periódicos, en los titulares de noticias, y Dios quiera no seamos víctimas directas de este desorden común.

Rogamos a Dios nos cuide y nos proteja.

Milton Jiménez