jueves, 22 de febrero de 2018

Salir de Venezuela a prostituirse o ser víctima de trata en Dominicana


SANTO DOMINGO. “Estaba pasando hambre”, dijo un transexual venezolano al que Diario Libre se encontró ofreciendo sus servicios sexuales en la avenida España, en Santo Domingo Este.

Con su pelo rojo oscuro, de color similar al del vestido corto que dejaba ver sus piernas delgadas, quería hablar rápido con la prensa porque buscaba clientes. Eso mismo hacía en Venezuela, donde además trabajaba en un salón de belleza, pero redujeron el personal y quedó fuera.

“Allá me estaba yendo muy mal, y tengo tres hermanos y tengo que mandarles dinero”, contó.

Su padre es venezolano y la madre dominicana, por esa razón había visitado el país, pero esta vez vino para quedarse por tiempo indefinido. “Estábamos comiendo una sola vez al día”, dijo. El joven, de 24 años y bachiller, lleva ocho meses prostituyéndose en el país. “Aquí me va mejor que allá, claro”.

Sus amigas dominicanas que trabajan en el punto reconocen que “es muy popular entre los clientes”. “Nosotras la aceptamos porque es igual que uno, cuando uno se va de su país uno también pasa trabajo”, dijo una trabajadora sexual.

La tarifa de “la venezolana” -como le llaman- depende de si el cliente “tiene hambre o no”. La mínima es de RD$1,000. “De aquí yo mando 3,000 pesos para allá (Venezuela) y ellos resuelven”, precisó.


A cinco kilómetros de distancia, en la avenida San Vicente de Paul, estaba su amigo: otro transexual venezolano, también de 24 años. Caminaba por la vía, en penumbra, hacia un motel y se detuvo para conversar con Diario Libre. Contó que en su país era estilista y masajista; buscó trabajo en esas áreas y no encontró. “Nosotros estamos aquí por querer ayudar a nuestra familia, por la situación económica que hay”, explicó.

Como su madre es dominicana, aspira a regularizarse con menos burocracia y quizás trabajar en otro oficio. “No es fácil acostarse con alguien que a uno no le gusta, eso es lo peor del mundo, digo yo, uno lo hace nada más por la necesidad y el dinero es otra cosa”.

De lo que gana, envía entre RD$1,500 y RD$3,000 a sus parientes en Venezuela. Sus entradas no solo provienen de la calle, también de las citas que pauta en páginas de internet donde se crean perfiles para ofertar servicios sexuales. Y es en ese mundo virtual donde las venezolanas encuentran otras oportunidades.

Salir de Venezuela a prostituirse o ser víctima de trata en Dominicana
La oferta virtual se conoce como escort, un término que en español hace referencia a una dama de compañía a la que un cliente paga para que vaya con él a reuniones, fiestas, viajes al exterior y otros favores, que pueden incluir sexo o no. Es un tipo de servicio usado igualmente en el extranjero. Acceder a determinadas comunidades en línea funciona mediante una red privada virtual (VPN, por sus siglas en inglés) que permite una conexión a redes con bloqueo geográfico o restringidas.

“La mayoría de los extranjeros que vienen a Punta Cana vienen a buscar ese tipo de servicio”, afirma alguien consultado por Diario Libre que conoce el negocio. “Igual lo usan políticos, empresarios y altos ejecutivos de empresas”. El mercado lo manejan personas denominadas agentes que se ganan un porcentaje de la tarifa cobrada por las escorts.

La República Dominicana es uno de los principales destinos turísticos en el Caribe. El Banco Central reportó que el año pasado la llegada acumulada de pasajeros no residentes experimentó un crecimiento interanual de 3.8 % al alcanzar la histórica cifra de 6,187,542 personas, el 87 % de estos extranjeros. Al segmentarlos por sexo, el 47.3 % de los visitantes era masculino .

“No es fácil acostarse con alguien que a uno no le gusta, eso es lo peor del mundo, digo yo, uno lo hace nada más por la necesidad y el dinero es otra cosa”.
Además de Punta Cana, las zonas de Cabarete, Puerto Plata, Sosúa y Santo Domingo son destinos preferidos por los turistas, y en estos puntos también se ofertan los servicios de las escorts.

La fuente que conversó con Diario Libre ha observado que, además de las dominicanas, más venezolanas y colombianas están suscribiendo perfiles “por lo bien que le ha ido a otras”. “Hay clientes que piden una chica por 700 dólares una noche y de propina le dan 2,000 y 5,000 dólares”, dijo.

En una de las decenas de páginas que promueven este servicio en el país, hay mujeres con cuerpos voluptuosos y poses sexualmente sugestivas. Unas con el rostro oculto, otras al descubierto. Las tarifas varían entre cada mujer, pues depende de su categoría.

Al hacer clic de forma aleatoria en la foto de una modelo, aparecen más imágenes suyas. En el perfil hay fotografías en las que posa desnuda frente a un espejo en el que se reflejan unos senos firmes, se muestra con un minúsculo bikini que solo tapa los pezones y con un ceñido vestido escotado.

La modelo se identifica como venezolana, de 22 años, 50 kilogramos (110 libras), 168 centímetros de altura (5.2 pies) y con dominio del inglés y español. Sus servicios están abiertos para hombres, mujeres y parejas. La tarifa más baja que anuncia son US$320, para una hora, y la más costosa US$2,500, por tres días. “El precio puede variar al solicitar servicio adicional o de parejas”, avisa una nota.

Las redes sociales son una vía más privada y directa para este servicio. Igualmente aplicaciones sociales que permiten concertar citas con personas de gustos afines, inclusive ubicarlas por cercanía en tiempo real. “Venezolana en RD, modelo, promotora, acompañante solo para trabajo”, informa una joven en una de estas plataformas. Culmina el mensaje con su número de teléfono.

“Buenas, ¿deseas conocer más acerca de nuestros servicios? Escríbenos por WhatsApp”, decía otro mensaje debajo de una fotografía de una mujer con una larga cabellera rubia y un vestido que dejaba al descubierto parte de sus senos y piernas.