La principal razón tiene que ver, fundamentalmente, con una cuestión económica. Pintar un avión puede llegar a costar más de 180.000 euros (poco más de 220.000 dólares), dependiendo de su tamaño, y requiere un proceso de trabajo que deja inutilizado el avión por varios días.
Si se pinta un avión de cualquier color, la radiación solar estropea la pintura y obliga a repintar el avión con frecuencia, lo que supone un mayor desembolso económico para la aerolínea.
Otro motivo muy importante para elegir este color, radica en que este tono mejora la visibilidad del propio avión, además de que en las revisiones rutinarias permite detectar más fácilmente algún detalle o problema en el exterior del fuselaje.
Además, este color minimiza el calentamiento de la cabina, ya que, durante el vuelo, el avión sufre un incremento de temperatura debido a la radiación solar y a la fricción causada por el rozamiento con el aire. El color blanco absorbe menos el calor y refrigera más el fuselaje.
Otra razón importante es que, pintarlo de otro color añade más peso al avión y esta carga extra implica un mayor consumo de combustible. Por otra parte, a la hora de vender el avión o alquilarlo, es más sencillo hacerlo si es blanco y no está pintado con colores corporativos.
Cuestiones económicas que han hecho que algunas areolíneas dejen sus aviones sin pintar, o lo que es lo mismo, con el fuselaje metálico a la vista. Aunque esta solución no es la más aconsejable, ya que cuando un avión se deja sin pintar, sufre más desgaste y hay que pulirlo con mayor frecuencia.
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