Perder la autosuficiencia económica acarrea dificultades diversas que tienen que ver con nuestra calidad de vida, pero, jamás deberíamos avergonzarnos por nuestra mala situación ya que, la economía de la mayoría en el mundo es un terreno movedizo que sucumbe ante cualquier paso mal calculado o algún cambio en la atmósfera que nos rodea.
En medio de esas dificultades tenemos que seguir caminando con la cabeza en alto porque, no es una situación exclusiva, eterna o delictiva, mucho menos te hace inferior a tu semejante.
Con todo y los pesares de la precariedad, mientras buscamos la salida podemos mirar a la cara a nuestros amigos, sonreír seguros de nuestra importancia y valor humano. Sentir orgullo por el temple y actitud asumidos ante el desafío económico y apreciar la abundancia inagotable de la vida, mediante el amor que sienten por ti las personas que te aman más allá de los pesares.
Aceptar la crisis como una temporada para reinventarnos hará que conservemos ese fulgor resplandeciente que atraerá nuevamente el orden económico, claro,sin dejar de adaptarnos con donaire a los cambios obligatorios.
Debes entender que tu tropiezo es tu responsabilidad y que eres la persona más afectada, por ello, ya estás pagando cualquier tipo de culpa, una razón más para no avergonzarte ni reprimir tu espíritu.
Recuerda que esta etapa te va a dejar una experiencia valiosa e imposible de adquirir en la estabilidad. Ahí conocerás los corazones débiles, la sonrisa calculada, y los abrazos de espíritus amputados.
Así que, asume con fiereza tus dificultades. No las dejes pasar sin arrancarle un trozo de ganancia.
Jamás olvides que eres importante, grande y útil, Porque, como dije al principio,
Estar en mala no es un pecado.
José Gabriel Morales.