miércoles, 11 de septiembre de 2019

Ana Julia Quezada: “Una mujer fría y calculadora”


Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte del niño de ocho años, Gabriel Cruz en febrero del 2018, se auto animaba diciéndose “tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel”, el día en que desenterró el cuerpo del menor en la finca de Rodalquilar (Nijar, Almería), donde días antes cegó la vida del niño a quien apodaban Pescadito.

De acuerdo con un reportaje del periódico español El País, la frase quedó guardada en las grabaciones practicadas por los investigadores en el coche de Quezada, según relató hoy miércoles el teniente de la Guardia Civil instructor del caso en la tercera jornada del juicio a la autora confesa de la muerte del hijo de Ángel Cruz y Patricia Ramírez.

El jurado popular también escuchó decir que la acusada era “fría y calculadora” cuando residió en Burgos con quien fue su marido hasta el 2008, reveló el capitán de la Guardia Civil de la ciudad de Almería, quien recolectó testimonios de los familiares de las exparejas de Quezada, los cuales contaron que ésta en privado solía ser distante, mientras que en público era calurosa.



Según la publicación del país, un hijo de uno de los exmaridos de la mujer, de 45 años, contó que Quezada se divertía con una tableta mientras él estaba gravemente enfermo y en espera de una ambulancia.

Francisco Cruz, tío de Gabriel, dijo este miércoles mediante su declaración en la Sección Segunda de la Audiencia Provincia de Almería que cuando estuvo en la finca de Rodalquilar, mientras participaba en la búsqueda de su sobrino, le sorprendió ver allí “una pala, un hacha y un rastrillo ordenados, bien puestos, en línea, como cuando vas a un examen y colocas los bolígrafos en línea”. “Me extrañó muchísimo porque Ángel (padre del niño) no tiene herramientas allí. La pala estaba en otro cortijo que vendimos y del que se limpió todo para pasarlo a casa de mi madre en Las Hortichuelas”.

También aseguró que las llaves de la finca solo las tenían él y su hermano Ángel. Asimismo, la puerta de acceso solía estar cerrada, por lo que le sorprendió encontrar a la acusada fumando cerca de la piscina. Según el testigo, Quezada se puso “muy nerviosa” cuando días después de la desaparición de Gabriel vio aparecer a un grupo de personas que la sorprendieron en la finca.

Por su parte, el capitán José María Zalvide, jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería, reveló: “Nos extrañó que Ana Julia perdiera el móvil dos veces”. Dijo que la primera vez fue el día 2 de marzo durante una batida, y la segunda el día 3 en Vícar. “El teléfono desaparece misteriosamente del vehículo en el que iba, eso nos llamó la atención”, declaró.

La publicación del El país narra que Quezada reconoció haber dado muerte a Gabriel pero mantuvo que el fallecimiento había sido accidental. Al contrario que en anteriores testimonios, contó que el día de su detención, cuando llevaba el cadáver del pequeño en el maletero de su coche, no pretendía hacerlo desaparecer, sino dejar el vehículo en la casa que compartía con el padre del niño, Ángel Cruz, escribir dos cartas pidiendo perdón y tomarse todos los tranquilizantes que tenía en su poder para suicidarse.

“No tenía intención de hacerle daño a nadie”, dijo la acusada, que evitó responder a las preguntas de la acusación particular ejercida por Francisco Torres “por respeto a la familia”. Quezada se enfrenta a la prisión permanente revisable, pena solicitada por la Fiscalía y por el representante de la familia del niño.

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