Ahora bien, ¿por qué ocurre esto? Algunas razones pueden ser una mala oclusión (una mordida que no es correcta) o períodos bajo mucho estrés. De hecho, los estados emocionales están relacionados con la tensión de nuestro cuerpo y viceversa.
De ahí que ese continuo chocar entre los dientes quizás sea un indicador no solo de síntomas físicos, sino también molestias emocionales.
Por tanto, el tratamiento en estos casos amerita del trabajo en equipo de odontólogo y psicólogo. El primero evaluará el caso y confirmará el diagnóstico. A su vez, recetará una placa miorrelajante: un dispositivo que evita que los dientes sigan chocando entre sí. Su uso no será para toda la vida.
Mediante un acompañamiento psicológico el paciente podrá aprender a reconocer qué eventos o situaciones activan su bruxismo y cómo puede manejarlos.
@listin