lunes, 4 de mayo de 2020
El mundo desconfía de China por su manejo del brote del coronavirus y el gobierno de Xi Jinping responde con agresividad
Australia ha pedido que se investigue el origen del virus. Alemania y Gran Bretaña están dudando de nuevo en invitar al gigante tecnológico chino Huawei. El Presidente Trump ha culpado a China por el contagio y está tratando de castigarlo. Algunos gobiernos quieren demandar a Beijing por daños y perjuicios.
En todo el mundo se está produciendo una reacción contra China por su mal manejo inicial de la crisis que ayudó a propagar el coronavirus en el mundo, creando una batalla de relatos profundamente polarizantes y haciendo retroceder la ambición de China de llenar el vacío de liderazgo dejado por los Estados Unidos.
China, que nunca ha sido receptiva a las críticas externas y que desconfía de los daños que puedan causar a su control interno y a su largo alcance económico, ha respondido de manera agresiva, combinando la ayuda médica a otros países con una dura retórica nacionalista y mezclando las exigencias de gratitud con las amenazas económicas.
El resultado no ha hecho más que añadir impulso a la creciente desconfianza de China en Europa y África, socavando la imagen deseada de China como un generoso actor mundial.
Incluso antes del virus, Beijing mostró un feroz enfoque de las relaciones públicas, un estilo agresivo llamado diplomacia del “Guerrero Lobo”, llamado así por dos películas chinas ultrapatrióticas que presentaban las malvadas tramas y la feroz desaparición de los mercenarios extranjeros dirigidos por los Estados Unidos.
Con el claro estímulo del Presidente Xi Jinping y el poderoso Departamento de Propaganda del Partido Comunista Chino, una joven generación de diplomáticos chinos ha estado demostrando su lealtad con mensajes desafiantes, nacionalistas y a veces amenazadores, en los países donde tienen su base.
“Hay un nuevo tipo de diplomáticos chinos que parecen competir entre sí para ser más radicales y, a la larga, insultar al país en el que están destinados”, dijo François Godement, asesor principal para Asia del Institut Montaigne, con sede en París. “Se han peleado con todos los países del norte de Europa con los que deberían estar interesados, y se han distanciado de todos ellos”.
Desde la aparición del virus, el tono no ha hecho más que endurecerse, una medida de la gravedad del peligro que los líderes chinos consideran que el virus representa para su posición en el país, donde ha alimentado la ira y destruido el crecimiento económico, así como en el extranjero.
En las últimas semanas, al menos siete embajadores chinos -en Francia, Kazajstán, Nigeria, Kenya, Uganda, Ghana y la Unión Africana- han sido convocados por sus anfitriones para responder a acusaciones que van desde la difusión de información errónea hasta el “maltrato racista” de los africanos en Guangzhou.
La semana pasada, China amenazó con retirar la ayuda médica a los Países Bajos por cambiar el nombre de su oficina de representación en Taiwán para incluir la palabra Taipei. Y antes de eso, la embajada china en Berlín se enfrentó públicamente con el periódico alemán Bild después de que el tabloide exigiera 160 mil millones de dólares en compensación a China por los daños causados a Alemania por el virus.
Trump dijo la semana pasada que su administración estaba llevando a cabo “serias investigaciones” sobre el manejo del brote de coronavirus en Beijing.
AP