lunes, 8 de junio de 2020

100 días de la pandemia


Santo Domingo, RD.- Desde hace 100 días la vi­da en República Dominica­na cambió y la de su pobla­ción también. Todo empezó aquel domingo primero de marzo cuando en medio de la expectativa ciudadana, las autoridades sanitarias convocaron a una rueda de prensa donde se anunció el diagnóstico del primer caso importado del nuevo coro­navirus COVID-19.

Los primeros 15 días fue­ron lentos, pocas acciones de control, bajo nivel de in­formación y muchos rumo­res, pero de repente el lunes 16 de marzo todo cambió de golpe y pocos días después la actividad social, comercial y económica del país prác­ticamente desapareció, al igual que la convivencia cer­cana y los saludos de besos y abrazos.

De repente la población empezó a tener pánico. Se ordenó el confinamien­to en el hogar y el control de movilidad dejando en el olvido los tradicionales paseos de domingo y en­cuentros familiares; los hoteles quedaron vacíos, las playas permanecen de­siertas y los angustiosos congestionamientos del tránsito quedaron en el pa­sado.


Las calles, avenidas, au­topistas y autovías empeza­ron a mostrar una visión de amplitud y soledad que días atrás eran inimaginables, re­corridas solamente por per­sonal a cargo de la seguri­dad, trasporte de alimentos y otros con permiso especial.

El país se blindó

El país se aisló cerrando sus aeropuertos, puertos y frontera terrestre, dejan­do abierto solamente los vuelos humanitarios. A lo interno cerró además pro­vincias completas como Duarte y Puerto Plata.

Se cerraron las escue­las y universidades, sa­lones de belleza, iglesias, gimnasios, parques, cines y otras áreas recreativas; los restaurantes quedaron sólo con servicios de deli­very y el ritual de los ve­latorios, la celebración de bodas y cumpleaños fue­ron prohibidos.

La televisión en vi­vo pasó a transmitirse por plataformas tecnológicas desde la casa y las ruedas de prensa a ser virtuales.

Teletrabajo

Las elecciones presidenciales que siempre se celebraban en mayo se pospusieron pa­ra julio y por primera vez el asueto de Semana Santa se vivió en los hogares, sin via­jes a balnearios ni al interior del país.

El cierre de empresas e instituciones fue casi com­pleto, quedando algunas de ellas operando con un mí­nimo de personal, viéndose obligadas a reinventarse de prisa para dar paso al teletra­bajo.

A esa readecuación tu­vieron que responder rápi­damente los servidores pú­blicos y privados que sin proponérselo se vieron tra­bajando desde las casas, con escasas herramientas y asu­miendo una cultura de adap­tación y convivencia.

En el campo médico no fue diferente. Pacientes y médicos se resguardaron, salas de consultas y hasta de emergencias de clínicas y hospitales quedaron vacías, dando la impresión de que las dolencias viejas y nue­vas se congelaron. Con el paso de los días, médicos y pacientes hicieron readecua­ciones que permitieron dar paso al recurso de la teleme­dicina, mediante la consulta a distancia.

Mascarillas y distancia

Primero con recomendacio­nes muy específicas y luego con carácter de obligatorie­dad en áreas públicas y de trabajo, la mascarilla empe­zó a formar parte del atuen­do de los dominicanos. Ade­más la población asumió en inicio el uso de guantes, pe­ro luego la rigurosidad en el uso se fue perdiendo.

El gel líquido y el jabón de cuaba pasaron a ser los insumos más demandados, y en inicio de la epidemia, el papel de baño y la vitamina C. El retiro y desinfección de los zapatos y lavado de ma­nos al llegar al hogar tam­bién se han vuelto parte del ritual de la mayoría de los dominicanos en todos estos días.

La distancia de dos me­tros entre las personas se ha convertido en norma y las largas filas son normales para realizar cualquier acti­vidad pública, mientras su­permercados y bancos co­merciales pasaron a ser los servicios más concurridos. Depositar y recibir documen­tos físicos fue casi eliminado en instituciones públicas y privadas; los registros de naci­mientos y muertes, la emisión de licencia de conducir y pa­saporte de manera presencial fue suspendido y los trámites migratorios pospuestos.

Emergencia y toque de queda

En estos 100 días de circula­ción del COVID-19 la pobla­ción ha vivido cinco declarato­rias de Estado de Emergencia, iniciando el primero el 18 de marzo y el último el tres de ju­nio, así como cinco decretos de toque de queda, con res­tricciones de movilidad, pri­mero todos los días de 5:00 de la tarde a 6:00 de la mañana y posteriormente se flexibilizó de lunes a sábado de 7:00 de la noche a 5:00 de la mañana y los domingos a partir de las 5:00 de la tarde.

Medidas económicas y sociales
Alrededor de 1, 014,670 tra­bajadores quedaron suspen­didos y algunos cancelados, de los cuales hasta el pasado fin de semana se habían rein­tegrado 194,458.

El Gobierno implemen­tó medidas económicas y so­ciales con programas de apo­yo y protección a trabajadores formales e informales y a em­presas para que servidores pu­dieran conservar el empleo, así como acciones de flexibilidad para préstamos, créditos y de estabilidad monetaria. Entre los programas implementa­dos se encuentran “Quédate en Casa”, Fondo de Asistencia Solidaria a Empleados (FASE I y II), y “Pa’ Ti”, así como in­centivos al personal de salud y seguridad.

La desescalada

Pese a que los casos de conta­gios y muertes siguen subien­do, las personas poco a poco empezaron a perder miedo y desde finales del mes de abrir empezaron a salir lenta­mente a las calles, lo cual fue incrementando considerable­mente en el mes de mayo. El Gobierno puso en marcha un programa de desescalada eco­nómica y comercial que inclu­ye cuatro fases para dar paso a la convivencia segura entre la vida económica y el virus.

La primera inició el pa­sado 20 de mayo y actual­mente nos encontramos en la segunda fase que inició el día tres de este mes. La ter­cera está prevista para el próximo 17 y la cuarta para el primero de julio, fecha en que se espera activar al 100 por ciento toda la actividad económica, comercial, so­cial y política del país.

 LOS HECHOS

Más afectados.
La mediana de edad de los fallecidos por coronavi­rus es de 65 años y el 69.89 por ciento ha sido hom­bres.

A la calle.
Contagios y muertes si­guen en alto, pero la gente ha perdido el miedo y des­de finales de abrir empezó a tomar la calle.

Recomendaciones.
Para evitar contagio y pro­pagación, se recomienda distanciamiento social, uso de mascarilla y evitar luga­res de alta concurrencia.

@listin