jueves, 25 de junio de 2020

Se relajan medidas sanitarias en Metro


Las medidas preventivas que se habían adoptado en el Metro Santo Domingo para contrarrestar el coronavirus se están relajando, lo que tiende a facilitar la propagación de la pandemia que por el momento parece interminable.

En un recorrido realizado hoy por este medio por algunas estaciones, como la Mamá Tingó, que es la que aglutina mayor número de personas, no se estaba desinfectando a los pasajeros ni se les estaba tomando la temperatura, que fueron medidas dispuestas por la Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (OPRET), desde que llegó la enfermedad al país.

Esta mañana en la Estación Mamá Tingó no se respetaba el distanciamiento físico ni había el personal de seguridad que regularmente se encarga de ordenar las largas filas que se forman todos los días en esa parada.


Esta mañana se formaron dos extensas filas, que parecían era un semillero de tanta gente atestadas.

Igual situación se producía en otras estaciones, como la Gregorio Urbano Gilbert, Gregorio Luperón y José Francisco Peña Gómez.

Un peligro latente

Pese a las sanciones establecidas para las personas que no utilicen las mascarillas, una gran cantidad sigue sin usarla de forma correcta y solo la llevan por obligación colgadas al cuello o a la barbilla.

Solo en las tiendas, bancos, supermercados y en las instituciones del Gobierno se obliga a las personas a utilizar de forma estricta la mascarilla y los someten a medidas de desinfección.

Pero hay una gran parte de la población que está haciendo caso omiso a la disposición.
En las calles y en paradas diariamente se ven personas desafiando el peligro de una enfermedad que ha sido desastrosa en todo el mundo.

Difícil de cumplir

Las sanciones a imponer por no usar las mascarilas, que van hasta desde cinco mil a 100 mil pesos, son de difícil cumplimiento, a juicio de muchos ciudadanos, ya que hay personas que ni siquiera pueden pagar una multa de mil o dos mil pesos, y menos aún de 5 mil pesos en adelante.

Tampoco se ve a las autoridades obligando a las personas a que se la pongan y mucho menos imponiendo sanciones, todo parece que se queda en “amagar y no dar”, como dice un popular juego infantil.

Solo quienes tienen cierto grado de conciencia sobre la gravedad que representa la enfermedad están haciendo un uso habitual de la mascarilla.

En la avenida Duarte, por ejemplo, las haitianas que trabajan en la postura de cabello postizo no se la ponen, lo que significa un riesgo para los vecinos.

También es notorio encontrar personas en lugares de esparcimiento que tampoco se protegen ellos ni a los demás.

En los barrios se ve gente que se desplazan sin ninguna protección ante la pandemia.

@elnacional