Esa es la postura de Antonia Abreu de la Rosa, una contable madre de dos niños, uno de 11 y otro de cinco, que cursan el sexto grado y pre primario en la Escuela Salome Ureña de Henríquez en Los Girasoles, que pese a los inconvenientes prefiere las clases virtuales para no arriesgar la salud de sus vástagos con la COVID-19.
Sin que el Ministerio de Educación haya decidido la modalidad escolar a establecer por motivo de la pandemia (virtual o semi presencial) muchas otras madres se inclinan por la virtualidad, a sabiendas de las contrariedades que adelantan podrían tener.
Antonia, trabaja igualas de forma independiente y asegura que se llevaría los hijos consigo en caso de no tener otra alternativa; especialmente las que trabajan y no tienen posibilidad de pagar un servicio o tutoría están en el mismo dilema, porque además las guarderías o sitios de cuidos no están operando.
Para Elizabeth Ramírez, madre de una niña de diez años, y un embarazo de siete meses, aunque se inclina por las clases virtuales, también tiene el rompe cabezas de que en dos meses tendrá que estar al frente de su nueva criatura, y no sabe a quién delegar el acompañamiento de la enseñanza de su niña que estudia en el Colegio Cristiano G, donde permanecía hasta que ella y su pareja regresarán del trabajo.
“En nuestro grupo del curso hay una gran cantidad de madres que no saben lo que van a hacer, porque antes dejaban los muchachos en la escuela, y lo recogían al salir. En la cuarentena estaban en la casa, pero ahora no tendrán quien les ayude”, comento Nikauli González, ingeniera civil y madre de una niña de nueve años que cursa el quinto curso en el Colegio semi privado María Inmaculada.
Afirma que ella y la mayoría prefiere la virtualidad y otras insisten en que si se ven obligadas a de enviar a sus hijos a las aulas prefieren que pierdan el año con tal de que no se enfermen del Covid-19.
Nikauli, maneja un horario flexible que le permite ayudar a su hija en el aprendizaje, la cual resultó meritoria el pasado año.
“Si entiendo que los padres deben ser orientados y que haya una tutoría porque no todos están entrenados ni manejan la tecnología, hay que no son ni bachiller, no tienen destreza para el enseñar matemáticas’, refiere González.
Aunque las clases durante cuarentena a través del Internet fueron una opción y la prefiere por la seguridad de la salud de sus hijos, Inés Martínez Fermín asegura que el método debe ser mejorado.
“No me encontré esa idea tan provechosa porque solo mandaban clases por wasap y nunca hicieron una reunión ni dieron clases por zoom. Tengo un hijo de 17 años que va para cuarto del bachillerato en el Hogar Puerta de Hierro, otro de once que va para séptimo y uno de cinco que va a primero”, explicó tras favorecer la virtualidad.
Para Heidy Cabrera, quien tiene tres hijos, uno 15 años en segundo del bachiller; una de cinco en primero de inicial y otro varón de meses preferiría las clases semi presencial para el que como una forma de aligerar la carga y que no pierdan el hábito.
El grueso de ellas y otras entrevistadas, externaron preocupación por la falta de equipos que tienen muchos estudiantes, como también de los colegios que no cuentan con herramientas ni conexiones de Internet para el manejo de las clases a distancia.
Apoyo oficial
Para Milagros Soto, profesora de cuarto de primaria del Hogar Escuela Puerto de Hierro donde imparten clases a niños de familias de bajos recursos ubicados en sectores aledaños a Arroyo Manzano, no simpatiza del todo con el sistema virtual completo.
“Entiendo que no todos los centros están preparados o equipados, como tampoco los docentes, y eso limita una formación adecuada y la evaluación se queda a medias”, comento la maestra que sugiere que vayan en auxilio de esos pequeños centros que no cuentan con el apoyo oficial.
@eldia
