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Santo Domingo, RD
Los bajos salarios y los pocos incentivos que reciben los profesores universitarios, a lo que se suma ahora una mayor presión y estrés laboral por la docencia virtual, han colocado la vocación por la enseñanza casi al borde del colapso.
Entrevistados por LISTÍN DIARIO, profesores no ocultan su malestar y desaliento, a seis meses de estar inmersos en una nueva modalidad de impartir clases que agota sus fuerzas y ha reducido paulatinamente sus ingresos, que antes del Covid-19 ya resultaban insuficientes para subsistir.
El cierre de secciones y el abandono voluntario de asignaturas por razones de salud ha agravado la situación económica de los educadores, quienes vislumbran un agotamiento del ciclo de vida y de servicio en la cátedra universitaria.
"Pienso que muchos profesores de las universidades privadas desertarán porque la virtualidad les roba el tiempo y pocos pueden cubrir los gastos en que incurren para impartir docencia”, expresó el profesor de Comunicación Social, Santos Aquino Rubio.
Dijo que le preocupa la calidad de la enseñanza universitaria privada, si no se aborda el problema de la falta de motivación de los profesores.
“Mi temor es que la vocación pierda espíritu y que los maestros responsables decidan abandonar, dando paso a improvisados que nada tienen que perder”, agregó el catedrático con 30 años de ejercicio.
Los maestros de algunas universidades perciben los mismos salarios desde hace décadas, no reciben pagos durante las vacaciones entre cuatrimestres o semestres, pero tampoco han sido incluidos en los programas de protección por la pandemia del nuevo coronavirus, como ha ocurrido con otros sectores.
Esos descuentos durante las vacaciones entre niveles se dan aunque en esas semanas los profesores están corrigiendo exámenes finales y reportando calificaciones, un trabajo que consideran tan arduo como el que realizan a lo largo de cada nivel.
“Las universidades les cobran todos los meses a los estudiantes, pero les descuentan esas semanas a los profesores”, dijo el profesor Agustín Rodríguez, quien tiene 23 años de ejercicio docente.
Otro educador indicó que problemas de circulación en sus piernas, agravados porque ahora pasa más horas sentado frente a un computador en medio de la docencia virtual, le obligaron a quedarse con una de tres materias que impartía y porque “no compensa en nada el esfuerzo”.
Sin apoyo
Aún con la pesada carga de trabajo, los profesores no cuentan con los soportes tecnológicos que debe ofrecer la universidad para impartir las clases, ya que deben disponer de computadoras, celulares inteligentes, impresoras y otros recursos.
Cuando plantean estas necesidades a las universidades, les indica que deben resolver ese problema por sí mismos, porque no disponen de esas facilidades.
La educadora Siddy Roque, con siete años de ejercicio docente, indicó que sus gastos para impartir la docencia virtual han aumentado considerablemente. “Para yo impartir mis clases sin ningún tipo de inconvenientes he tenido que aumentar la velocidad de mi internet, el costo de la energía eléctrica ha aumentado, el acondicionador del aire tiene cuatro horas adicionales de carga, adicional a esto tuve que comprar un inversor para prevenir apagones”, añadió.
Consideró que el sueldo que recibe como profesora universitaria no compensa todos estos gastos en que incurre para garantizar la eficiencia de las clases a distancia.
Frente a ese panorama, algunos docentes han tenido que acudir donde amigos y familiares para solicitar soportes tecnológicos y así poder impartir la docencia virtual.
Salario no alcanza
El salario-hora para maestros está por debajo de los 150 pesos en algunas universidades, que lo justifican porque alegan tener una cuota de matriculación y mensualidades asequibles para estudiantes de clase media y baja.
Sin embargo, exigen que el cuerpo profesoral cuente con maestría y otras especialidades y que se esté actualizándose constantemente.
Hay muchos profesores que se han quedado sin ingresos, porque no se les asignaron cargas académicas y otros han visto reducir sus salarios por encima del 70 por ciento, llegando al extremo de que en algunos meses cobran menos de 500 pesos.
Sus reclamos de mejoría salarial e incentivos han quedado en el aire, pese a que con el inicio de la docencia virtual debido al Covid-19, los docentes han visto multiplicados sus esfuerzos y responsabilidades académicas, ya que el estudiante requiere un seguimiento más personal en el proceso enseñanza-aprendizaje.
El profesor tiene que dar seguimiento a los estudiantes durante toda la semana, explicar contenidos, compartir informaciones, programar clases y corregir prácticas y exámenes.
“La peor situación es la desatención de las autoridades académicas y administrativas, quienes no han ofrecido ni siquiera una explicación o dispensa por esta grave situación que pasan los profesores de algunas universidades”, indicó un profesor que prefirió el anonimato.
También los aspirantes
Pero si los profesores de larga data quieren abandonar la docencia y pierden la vocación, jóvenes profesionales tampoco se animan a entrar a la cátedra universitaria desmotivados porque los bajos salarios no compensan las responsabilidades que tendrían que asumir.
Una joven profesional confesó que intentó entrar a la carrera docente en una universidad privada, pero apenas estuvo por dos cuatrimestres porque resultó demasiado agotador para tan bajos ingresos. “Demasiado esfuerzo para tan pocos cuartos”, apostilló.
El gobierno ha implementado planes sociales para todos los sectores, incluyendo recientemente uno favor de los estudiantes universitarios de escasos recursos, con la entrega de bonos para enfrentar la deserción universitaria.
Pero los profesores se preguntan cuándo atenderán también las necesidades de los docentes universitarios y qué harán para enfrentar también una posible deserción de las aulas en ese sector.