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Santo Domingo
Con 14 años de edad, la vida de José Miguel Rodríguez Polanco cambió radicalmente el 4 de mayo de 2002 cuando perdió la pierna izquierda en un accidente de motocicleta.
No se justifica y asume su irresponsabilidad al conducir a esa edad el vehículo y provocar el accidente en que falleció su acompañante, de 20 años, cuando chocaron con un camión cargado de cemento.
“Nosotros chiripiábamos juntos”, dice sobre la necesidad que tenía de conducir una motocicleta a esa edad. “Asimilé el proceso y gracias a Dios no tuve ningún trauma”, cuenta sobre cómo logró ajustar su vida desde ese momento para manejarse con una sola pierna.
Pero los retos de José Miguel no se han limitado a vivir sin una de sus extremidades inferiores. Desde hace cinco años también padece una diabetes grado dos que recientemente comprometió sus manos y el pie de la pierna a la que se aferra para seguir siendo un hombre productivo.
Rodríguez Polanco, ahora con 35 años y padre de tres hijos, trabaja como ebanista, aunque no a tiempo completo porque necesita una prótesis para encarar sus actividades cotidianas y el oficio que le permite aportar a la manutención de su hogar.
Actualmente reside en la calle Dos, casa número uno del barrio San José de la Mina, en Santiago, junto a su esposa Josefa Santos, quien trabaja en una fábrica de cosméticos instalada en una zona franca.
Sus hijos, a los que define como su principal motivación para seguir adelante, son Byron Miguel, de tres años; Génesis, de seis años, y Anyi Rosmil, de 11 años.
En la ebanistería incursionó desde los 13 años por iniciativa del esposo de una tía que le enseñó, pero después del accidente un año después se esforzó mucho más por dominar el oficio.
“Eso es lo que sé hacer. Ese es mi día a día y mi medio de sustento”, expresa sobre los riesgos que enfrenta por su oficio y su condición de diabético, ya que regularmente corta maderas en una sierra eléctrica. .
Necesita de tu ayuda
Para trabajar José Miguel también apoya el muñón de la pierna amputada en un pequeño tanque de cartón.
La prótesis que usó poco después del accidente se la donó la compañía propietaria del camión con el que chocó, pero se la colocaron cuando era un adolescente y ya no le sirve, además de que se deterioró por el prolongado uso.
La última vez que investigó sobre el costo de la prótesis rondaba los RD$160,000, monto que no puede costear porque actualmente no está trabajando por unas heridas en sus manos y el pie, agravadas por su condición de paciente con diabetes.
“Necesito esa prótesis para trasladarme a mi trabajo y realizar mi labor en mejor condición”, expresa José Miguel, quien se auxilia de un compañero de trabajo que lo lleva al taller donde labora, ubicado a unos tres kilómetros de su vivienda.
En el taller confecciona todo tipo de muebles, pero su especialidad son closets, puertas y gabinetes.
El amor de su esposa y sus tres hijos son el motor que mueven a José Miguel en medio de su condición tan adversa.
Para ayudar a José Miguel con su prótesis, tratamiento de sus heridas y los medicamentos que utiliza, pueden contactarlo al teléfono 809-502-6915 y para contribuciones en la cuenta número 1024911160, de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos.