Al leer la información sobre la contratación del siore dominicano Starlin Castro, por parte de los Leones de Yucatán de la Liga Mexicana de Béisbol, me llegó a la mente como este y otros atletas que escalan la cima en sus respectivas disciplinas, han salido por la puerta de atrás, avergonzados, humillados y deshonrados por actuaciones indeseables dentro y fuera del terreno de juego.
Hay que reconocer que este pelotero nativo de Montecristi, demostró buenas condiciones ofensiva y defensiva en su recorrido por los Yankees, Marlins, Cubs y Nacionales.
Las estadísticas de su accionar durante 12 temporadas, no mienten, al exhibir un promedio de .280, con 138 jonrones y 678 carreras remolcadas.
Su trabajo fue reconocido al punto de que fue seleccionado en cuatro oportunidades al Juego de Estrellas de Grandes Ligas.
En innúmeras ocasiones, y el país conoce a muchos casos de atletas nuestros, que de la noche a la mañana se han “desquiciado” cuando se sienten famosos y multimillonarios, y que por obligación hay que rendir pleitesías.
El caso de Castro, es apenas uno entre los tantos que han escenificado atletas criollos, en especial peloteros.
Con apenas 32 años de edad, Starling debió estar jugando regular en cualquier equipo de Grandes Ligas, pero las acusaciones de que ejerció violencia doméstica, agresión sexual y abuso infantil, sellaron su suerte para siempre, porque ese tipo de abusos hoy ya son imperdonables.
Ojalá que este sea un ejemplo más, de que un buen comportamiento tiene que ser prioridad de cualquier ciudadano, y más entre aquellos que se convierten en “líderes” de una parte de la sociedad.