Me uno al amargo reclamo de los deudos de Ángel Miolán, Ramón Castillo y Nicolás Silfa, quienes encabezaran el 5 de julio de 1961 la valiente misión de venir desde un largo exilio a encarar los remanentes de la tiranía trujillista, para sembrar con inteligencia y arrojo las primeras semillas de las libertades democráticas que, pese déspotas ilustrados y caciques manipuladores, sigue ahí para que podamos por lo menos gritar alto, aunque sea al viento. Y, con todo y eso, este 5 de julio nadie en el PRD los recordó.
Por Ramón Colombo