Tras presenciar su destemplada reacción ante la sentencia de Eunice Minaya Pérez, y sus actuaciones públicas de años, convengo con Virtudes Álvarez en lo que copio: “Si venimos al mundo con el mandato divino de ser felices, el ciudadano Nicolás de Jesús López Rodríguez está a tiempo de serlo. ¡Tiene derecho! En el otoño de su vida, puede vivir su primavera. Debería plantearse lo que su rol en la iglesia no le ha permitido: ser un activista político. También desde el compromiso partidario se puede hacer profesión de fe. A Dios se le sirve desde cualquier tribuna. Piénselo, Monseñor”.