SANTIAGO. Las aceras de la avenida Antonio Guzmán Fernández, en el Centro Histórico de la Santiago, están llenas de hoyos, que muchas personas rellenan de basuras, ramas o cemento. Otros permanecen totalmente descubiertos como una amenaza latente para cualquier ciudadano distraído que puede caer cuando menos lo espere.
Así lo confirma Laireni Grullón, propietaria de una tienda situada en esta vía. "Aquí es raro el día que no se cae alguien. El último lo vi ayer, fue un muchacho joven, pero hace tres días se cayó un viejito, y yo tengo una empleada que se cayó hace unos meses y tuve que darle quince días para su recuperación. Ella gastó mucho dinero para sanarse la pierna", explica.
En este entorno, no es la única vía que presenta este problema, que lo provoca el robo de las tapas de los hidrantes, una práctica que se ha hecho común y que afecta tanto al drenaje pluvial, a cargo del Ayuntamiento de Santiago, como al drenaje sanitario, responsabilidad a cargo de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago (Coraasan).
La ola de robos se inició con el negocio del reciclaje de los metales, especialmente de exportación, que resulta una tentación para delincuentes que quieren ganar dinero fácil.
El problema no parece complejo, pues inicia con un ladrón que encuentra un comprador. Sin embargo, las autoridades no han podido controlar este mal que tan sólo a Coraasan le ha causado pérdidas en más de tres millones de pesos, sin contar la reposición, que supone una suma prácticamente doble.