Cholo Brenes
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En los primeros cinco años de la década del 70 alguien ligado a la joven industria de la música de la época estaba molesto con la incipiente payola que apenas empezaba a nacer, de la cual se negaba a pagar.
Era tanto su desagrado y su oposición a la payola que tenía que vengarse de esta. Para ello ingenió un plan. Invitó a los más connotados payoleros del momento, uno por uno, los llevó a su casa y les preparó una exquisita cena con finas bebidas. Aquello era todo un festín a lo Romano.
Cuando habían ingerido los manjares y reposado los vinos el anfitrión se levantó de la mesa y de forma muy educada llamó la atención de los presentes, como se es debido hacer, con las copas. Cuando todos hicieron silencio, cuando el anfitrión se dio cuenta que tenía la atención de todos los invitados, impostó la voz y dijo: ¡Lárguense de mi casa partida de ladrones, vividores del talento ajeno, los artistas no vamos a soportar esto! ¿Qué pretenden, hacerse ricos con los talentos de los demás…?”
Yo imagino la vergüenza que debieron sentir todos aquellos que de forma elegante se sentaron a la mesa a degustar… nunca imaginaban que semejante manjar tuviera ese mensaje tan crudo.