Con su decisión, ridícula y con tufillo a Apartheid, que pone bajo sospecha de ilegalidad a casi toda una población descendiente de inmigrante (lo que convierte a nuestro país en el hazmerreír del mundo), el Tribunal Constitucional ha sido extremadamente temerario, pues, en todo caso, si hubiese sentado jurisprudencia para ser aplicada de 2010 en lo adelante, esa “alta” corte no estaría hoy bajo el riesgo de desa-parecer o, por lo menos, quedar momentáneamente desierta. Porque si investigamos uno por uno a sus 13 miembros, es posible que todos queden apátridas (empezando por el cocolo que la preside).
POR RAMON COLOMBO