Hilarión tiene ganas de comer. Hilarión sufre el desprecio de su condición humana. Hilarión está desesperado. No lo acosemos ni seamos indiferentes ante su triste situación. No golpeemos a Hilarión, que no merece ser más golpeado y nosotros conocemos ese mismo dolor. Hilarión quiere volver algún día a cantar en su tierra. (Al ver hacia Haití, recuerdo a Jacques Stephen Alexis. Y en la tristeza de cada niño y mujer de ese pueblo desesperado que pide limosnas en nuestras avenidas, veo a Hilarión, que es nuestro hermano, porque ambos somos hijos legítimos del General Sol).
POR RAMON COLOMBO