“¿Qué te pasó? Mami abre el ojo”, le dice su hija a Blanca Batista, completamente ajena a la situación que vive su progenitora.
Con apenas 21 años de edad, Batista siente que le han arrancado la mitad de su vida. Contó a elCaribe que Estil Espinal, su expareja, en horas de la madrugada del 16 del septiembre de 2013 entró a su casa (Villa María, Distrito Nacional), tras romper la puerta, y ante su negativa de “vivir con él” (tener relaciones sexuales), la golpeó hasta que perdió el conocimiento y como consecuencia de los golpes perdió un ojo.
Sus lágrimas corrían por su rostro al recordar lo ocurrido. “Primero me golpeó con un celular en el ojo, me partió y me dio con la hebilla de una correa”, indicó.
Tras tener una relación de seis meses con Espinal, dos semanas antes de que la agrediera, ella le había comunicado que no quería estar más con él porque no se sentía a gusto. Indicó también que su vida ha cambiado luego de la agresión. “No es lo mismo, siempre tengo que andar con lentes porque no tengo recursos para la prótesis, me dijeron que la operación sin la prótesis cuesta 15 mil pesos”.
La joven está terminando el cuarto de bachillerato y pretende estudiar psicología. Su madre, Joselyn Báez, suspira, piensa en el momento y dice que “ella no es la misma joven alegre que era”. Batista, quien tiene por abogado a Víctor Sierra, aclaró que la niña que tiene no es hija de su agresor.
El imputado fue enviado a prisión por un año. Ayer se le conocería la revisión de la medida de coerción y fue aplazada para el 25 de febrero.
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