jueves, 18 de septiembre de 2014

Presa de Taveras, un cementerio acuático donde los cadáveres obstruyen el flujo


PRESA DE TAVERAS, La Vega._ Inaugurada el 27 de febrero de 1973 a un impresionante costo que el gobierno del entonces presidente doctor Joaquín Balaguer, promovió como “el embalse más grande de América Latina”, la Presa de Tavera, una de las principales reservas para el suministro de agua en el Cibao Central, comenzó a dar señales de deterioro a partir de 1975, cuando se denunció el agrietamiento de su estructura, por lo que tuvo que ser desaguada y vaciada en perjuicio de millares de dominicanos residentes en la región más productiva del país.

 En una entrevista que le hice en esa época, al ingeniero mocano Manuel Lulo Gitte, uno de los constructores de la obra, para el desaparecido periódico “La Voz del Pueblo”, quien admitió fallas de construcción. 

 La obra se inició en el año 1969 y estuvo a cargo de la empresa norteamericana Emkai, con la participación de una contrapartida de ingenieros dominicanos, entre ellos Rodríguez, como forma de que éstos se entrenaran en esa importante área. 

 La presa, tiene capacidad para 170 millones de metros cúbicos de agua y junto a su gemela Bao, inaugurada diez años después, pueden almacenar 417 millones de metros cúbicos, aunque debido al proceso de sedimentación esa cifra ha disminuido. 

 En este momento, está en su más bajo nivel y aunque los funcionarios estatales, lo atribuyen a la sequía que desde semanas afecta la región cibaeña, activistas comunitarios de la zona, aseguran que uno de los factores principales es la gran cantidad de cadáveres que son tirados al cauce, como resultado de asesinatos por variadas razones. “

La Presa de Taveras, se ha convertido en los últimos años y producto de la delincuencia y la inseguridad, en un cementerio acuático de cadáveres por la gran cantidad de muertos que son tirados en sus aguas”, dijo un dirigente campesino que declinó dar su nombre.

 Los comunitarios, sostienen que a pesar de que se han quejado y pedido a las autoridades una mayor vigilancia en horas de la noche y el día, la protección a le presa es prácticamente nula, lo que aprovechan los matones para tirar los cuerpos al embalse y tratar de “desaparecer” o “borrar” las evidencias de sus crímenes. 

 Recientemente, varios cadáveres han sido rescatados de la presa, pero lo peor, aseguran los comunitarios, es que cuando las autoridades hacen un desagüe, los cuerpos comienzan a aparecer, dando el macabro aspecto de que ciertamente la Presa de Taveras, es “un cementerio acuático”, en el que los murtos, podrían estar obstruyendo el flujo de agua que necesita la región para abastecerse del preciado líquido, aún con todos los riesgos que representa el consumo por la putrefacción de los cadáveres y la contaminación bacteriológica que crean, careciendo las autoridades, especialmente la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santiago (CORAASAN) de los estándares necesarios que garanticen la calidad del agua que se consume masivamente en las poblaciones el Cibao, que está supuesta a abastecer la presa. 

 Son frecuentes las apariciones de víctimas asesinadas, cuyos cuerpos son lanzados a las aguas, sin que hasta ahora, los responsables de administrar el manejo de la presa, hayan tomado medidas preventivas o correctivas para impedirlo. 

 Los dirigentes comunales del área de la Presa de Taveras, se quejan también de la flexibilidad de las leyes de medio ambiente en el país, que no contemplan castigos drásticos para quienes violan las normas, afectando la calidad del agua del embalse, lo que califican como “un crimen de humanidad”, ya que millares de consumidores son afectados por la situación. Entre los cadáveres que en los últimos meses, han sido rescatados de la presa, figuran los de Manuel Antonio Rodríguez, quien residía en Jarabacoa, y de quien su hermano Rubén Darío Rodríguez, dijera que la víctima había sido reportada como desaparecida a la policía, días antes de que su cadáver apareciera en las aguas de la presa. 

 Otros cuerpos rescatados del embalse fueron los de Efraín Antonio Alabatorio, un ciudadado estadounidense de 35 años de edad, Luis Heriberto Torres Mirabal de 72, un residente del ensanche Libertad en Santiago de los Caballeros, y que al igual que Rodríguez, había sido reportado como desaparecido por sus familiares. 

 El cadáver de Mirabal, tenía varios impactos de bala. También fueron encontrados los restos de Anthony Hidalgo Núñez de 25 años de edad, residente en el paraje Hoya de El Caimito en Santiago de los Caballeros. Hidalgo Núñez, al parecer murió ahogado, porque desapareció en las aguas mientras se bañaba en la presa. 

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