viernes, 5 de diciembre de 2014

Poppy Bermúdez ¡Adiós gran protector! Te pido que me espere por allá.

Héctor García

 La tarde del miércoles recibí una llamada telefónica desde Santiago, la que esperaba hace años, pero que rogaba a Dios no recibirla.

 Se trató del fallecimiento del árbol que más sombra dio a la fértil tierra de nuestro querido Santiago de los Caballeros y la región del Cibao, el fraterno José Armando (Poppy) Bermúdez Pippa.

 Lo conocí finalizando la década del 60 junto a Genaro Pérez Polanco (Yoryi) y los periodistas Darío A. Flores y J. Rafael Khouri y de ahí en adelante, confieso, que mantuve una relación, sin quizás, de las más estrechas que he tenido en mi vida.

 En el año l991, fue electo el Propulsor Deportivo del Año, por la Asociación de Cronistas Deportivos de Santo Domingo (ACD) y días después de ese anuncio, me llamó por teléfono a la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) para que preparara su semblanza y la pronunciara en un majestuoso acto, donde sería premiado. Así fue y el trabajo, publicado íntegro en el periódico vespertino Ultima Hora, descansa en su hogar. Siempre me lo recordaba y me decía que lo tenía como una reliquia.


 De Poppy Bermúdez se ha escrito en estos días muchas de sus grandes obras. Los editoriales de los periódicos lo retratan con letras reales y se destacan algunas de sus principales, como la entonces Universidad Católica Madre y Maestra, el Instituto Superior de Agricultura, El Banco Popular, la modernización de la licorería la Sin Rival, o casa Bermúdez, la mayor destilería de alcohol del país, el Aeropuerto Cibao, la Cervecería Vegana y muchos medios de comunicación, entre ellos Color Visión, el primer canal a color del país. No todas caben en este espacio.

 Pero ninguna de esas obras fueron más grandes que las realizadas por él en mi presencia, en visitas que hacía y me llevaba a centros de diversión como los de El Negrito Paquita, Viejo, Pana, Lulú, Herminia, Aurora, Morillito y Amparito, entre otros, donde asistía, no a hacer vender el ron que producía, sino a resolver necesidades.

 Deportistas buscando construcción, reconstrucción de plays de jugar béisbol, softbol, canchas y utilerías.

 Recibía en esos lugares a gentes del pueblo y mientras más órdenes por escrito entregaban, más gente llegaba y seguía y seguía, otorgándolas.

 Al día siguiente, “esos papelitos escritos y firmados”, se convertían en dinero efectivo desde que llegaban a la empresa J. Armando Bermúdez, a las manos de don Nicolás Vargas o Berutidio Ramírez.

 Reconstrucción de hogares, pago de colegios, dinero para devolver salud a necesitados enfermos, Ataudes, becas a hijos de gentes del pueblo, pasajes aéreos, pagos de casas alquiladas durante décadas a un sin número de familias.

 No tiene final, la obra humanitaria de Poppy Bermúdez, a quien califico como el más grande de los hijos de Santiago y el Cibao, como el árbol que más sombra dio, en nuestra región.

 ¡Adiós gran protector! Te pido que me espere por allá.