martes, 22 de diciembre de 2015
“Yo soy el jefe”
Hay una frase breve y sin espacio para la más mínima duda. Es imperativa y no deja brecha alguna para el intercambio de ideas. Ha estado presente en cinco siglos de quejas, lamentos, reclamos y protestas. Ha edificado todos los despotismos, tragedias, asonadas, revoluciones, exilios y prisiones. No tiene nada qué ver con institucionalidad democrática, transparencia y consenso. Es oscura, odiosa, ominosa, hiriente y golpeante. Explica nuestro crónico atraso de República incierta. Dígame si no estoy en lo cierto cuando sanciono la susodicha frase, tan conocida por todos: “En este país yo soy el jefe”.