lunes, 9 de enero de 2017

Trump desafía la ley y nombra a su yerno asesor en la Casa Blanca


A Donald Trump no parece temblarle el pulso en sus nombramientos, aunque algunos de ellos se muevan en un terreno pantanoso desde el punto de vista legal. 

Pendiente aún de resolverse la forma en que el magnate traspasará la gestión de su imperio antes de tomar posesión, si serán titulares sus hijos o gestores independientes, algo que desvelará mañana en una rueda de prensa en Nueva York, el todavía presidente electo ha decidido nombrar asesor en la Casa Blanca a su yerno Jared Kushner.

Promotor inmobiliario, igual que él, y marido de su hija favorita, Ivanka, su presencia en torno al Despacho Oval con un cargo en la Administración, que se confirmará hoy, constituye un desafío a la ley antinepotismo.

Es poco frecuente la presencia de familiares del presidente como altos cargos, y menos desde que en 1967 el Congreso aprobara la norma, que crea un estatuto federal, después de que el presidente Kennedy hubiera nombrado Fiscal General a su hermano Robert. 

El texto legal prohíbe la presencia de familiares como «cargos públicos» en agencias de la Administración de los Estados Unidos. Entre el calificativo de «cargos públicos» parece claro que puede encontrarse el presidente.



Sin embargo, hay dos argumentos que podrían amparar la decisión de Trump desde el punto de vista jurídico. No está claro para los expertos que la Casa Blanca pueda incluirse entre las llamadas «agencias» públicas. Además, hay un precedente más conocido, que fue el nombramiento de Hillary, a cargo de su marido, el presidente Bill Clinton, como responsable de la reforma nacional del sistema de salud. Los tribunales rechazaron en su día la denuncia presentada por presunta violación del estatuto antinepotismo.

Bronca entre republicanos y demócratas

Mientras, el encontronazo político en torno a Donald Trump augura una guerra política sin precedentes entre republicanos y demócratas, y todavía no ha tomado posesión el presidente de Estados Unidos más controvertido de la era moderna. Desde hoy, el proceso de ratificación de la Administración Trump situará a ambos partidos frente a frente. Los demócratas extreman el celo para aplicar el filtro más exigente al ramillete de elegidos por el presidente electo. Intentan retardar al máximo un procedimiento que los republicanos quieren completar esta misma semana, al menos los principales miembros del gabinete.

A diez días de que arranque la era Trump, la transición de poderes no puede resultar más bronca. La audiencia de los miembros de la nueva Administración, que el Congreso protagoniza siempre en una de sus labores de control al poder ejecutivo y que acostumbra a ser pulcro pero también de trámite, está adquiriendo esta vez tintes de pelea política.

Para completar el procedimiento, los elegidos deben entregar una documentación, que incluye una declaración de bienes, a fin de evitar incompatibilidades y posibles conflictos de interés con sus negocios privados, y una declaración ante la comisión correspondiente. Posteriormente, el Senado ratifica o no los nombramientos. En esta ocasión, los demócratas están poniendo pegas a varios de ellos, por diferentes motivos. Además, los republicanos han concentrado en tres días, hasta el jueves, al grueso del equipo de Trump, algo que ha sido cuestionado por sus oponentes y por el Comité de Ética del Congreso, que denuncia no tener tiempo para examinar la limpieza de los nuevos altos cargos.

Los más polémicos

En medio de un ambiente hostil, los demócratas han puesto sus ojos en tres candidatos miembros de la Administación Trump. El hasta ahora senador Jeff Sessions, aspirante a Fiscal General, tiene tras de sí un pasado considerado racista por los demócratas, cuando ocupó el mismo cargo en su estado natal, Alabama.

Los demócratas aspiran, incluso, a que miembros del Black Caucus, grupo de su partido representado en el Congreso, declaren en su contra.

El futuro secretario de Estado, Rex Tillerson, no ha podido desembarcar de forma más ruidosa. Su conocida amistad con el presidente Putin, que forjó durante su etapa de director ejecutivo de la petrolera Exxon Mobil, ha coincidido con el escándalo del espionaje ruso a la elección presidencial, para ayudar a Trump y derrotar a Hillary Clinton, según los servicios secretos.

El tercero en discordia, el llamado a ocupar el departamento de Comercio, está en el ojo del huracán demócrata. Wilbur Ross, un multimillonario procedente de la élite financiera neoyorquina y amigo del magnate, ha sido cuestionado después de que Trump asegurase que iba a defender a los trabajadores y no los intereses de Wall Street.

@abc