Cada vez que hay un atentado en el Reino Unido, Francia, Bélgica, Siria, Turquía, Túnez y otros países hay que volver la vista atrás y recordar a los enemigos de Occidente derrocados, integrantes del denominado 'eje del mal' como eran Saddam Hussein primero, Muammar Gaddafi, después y a los esfuerzos que aúnan muchos para que caiga el tercero: Bashar al Assad.
Occidente no aprende de sus errores y al igual que ocurrió en Irak, la caída del líder libio condenó a su país y la mezcla de lo hecho en Irak, Libia y después en Siria tienen en jaque a la sensación de seguridad de los países occidentales.
Las profecías de Muammar Gaddafi y su hijo
Occidente a través de la OTAN se empeñó en el 2011 en acabar de una vez con todas con Gaddafi y cobrar de paso viejas facturas. Las advertencias del líder libio en marzo de ese año a través de una entrevista concedida a RT cayeron en saco roto: "Yo personalmente juego un papel estabilizador en la región de África. Si la situación en Libia es desestabilizada, Al Qaeda mandará aquí. Libia se convertirá en el segundo Afganistán y los terroristas llenarán Europa".
"Habrá millones de negros que llegarán al Mediterráneo para cruzar Francia e Italia y Libia juega un papel en la seguridad en el Mediterráneo", aseguró el exlíder libio en su entrevista a la cadena de televisión France 24 meses antes de ser asesinado. "Libia puede convertirse en la Somalia del norte de África", aseguró.
El segundo hijo de Gaddafi, Saif al Islam, también lanzó diversas advertencias: "Veremos a los piratas atacando en Sicilia, en Creta, en Lampedusa". "Ustedes verán a millones de inmigrantes ilegales. El terror está a la vuelta de la esquina", dijo en marzo del 2011 citado por 'New York Daily News'.
Las consecuencias
Los terroristas en el norte de África no solo han aumentado sus arsenales con las armas del derrocado régimen de Gaddafi, sino que también han desplegado una red de campos de entrenamiento para insurgentes.
Tal y como afirmaba el derrocado Gaddafi, el Reino Unido, Francia, Bélgica y Alemania, entre otros, son escenario de una sucesión de atentados: así, el nivel de la amenaza terrorista en dichos países es máximo.
Tras los atentados en Londres, Mánchester, París, Niza, Bruselas y Berlín aeropuertos, estaciones de trenes, eventos de diversa índole y otros lugares públicos están totalmente tomados por las fuerzas de seguridad. Las alertas y evacuaciones por paquetes sospechosos o por simple pánico están a la orden del día.
Si a lo anterior sumamos lo ocurrido en Siria y las 'primaveras árabes', apoyadas por Occidente y las intervenciones militares lideradas por Estados Unidos en Oriente Medio, nos encontramos con una mezcla que ha provocado el éxodo masivo de miles de personas y entre ellas se camuflan muchos terroristas, amén de residentes en Londres, Bruselas y París que fueron a Siria e Irak, atendiendo la llamada del califato.
Estos, ahora con instrucción militar gracias en parte a esas armas que estaban en poder del gobierno libio o sirio, las recibidas de las petromonarquías del Golfo y otras cedidas alegremente por Occidente, cometen atentados indiscriminados o preparan a otros jóvenes fáciles de manipular, por lo que parece que lo ocurrido en el Puente de Londres, el mercado de Borough y el Manchester Arena, lamentablemente es el principio de muchos días de terror.
¿Y ante eso qué se puede hacer? La Policía Metropolitana de Londres decía la noche del sábado y la madrugada del domingo: "Corran, huyan lo más lejos que puedan".
La irresponsabilidad de unos y el fanatismo e ignorancia de otrostienen en jaque a la sociedad occidental, mientras en Kabul, Damasco, Beirut, Bagdad, Trípoli, Bengasi y Estambul ya llevan años padeciéndolo.
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