Según la economista de la división de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Diana Hincapié, el éxito de estos programas está condicionado a una mejor capacitación de los cuidadores y docentes que acompañan a los niños durante el tiempo de clases, en un contenido apropiado en las horas extras que faciliten el desarrollo de habilidades, así como una alimentación e instalaciones adecuadas.
“Lo que vemos que pasa en la región es que este tipo de programas tienen impactos relativamente pequeños y son programas bastante costosos”, resaltó la especialista, quien señala que la evidencia muestra que existen intervenciones más costo- efectivas, es decir, con impactos grandes a un costo relativamente bajo.
Según la experta y coautora del libro “Aprender Mejor: políticas públicas para el desarrollo de habilidades”, presentado en el país la semana pasada, la inversión que hace el Estado en primera infancia, como muchos otros países de la región de América Latina y el Caribe, es correcta, pero debe, no solamente enfocarse en aumentar la cobertura, sino en mejorar su calidad. “No es solamente construir centros de desarrollo infantil o nuevas escuelas. Si estas no son de calidad, de pronto pueden incluso impactar de manera negativa a los niños”.
Hincapié resaltó el éxito de los programas de crianza, mediante los cuales especialistas visitan los hogares y entrenan a los padres en el uso de materiales reciclados, disponibles en el propio hogar, para enseñar a sus hijos actividades lúdicas y educativas. Dicho programa, implementado por primera vez en Jamaica hace 20 años, consiguió que sus participantes alcanzaran mejores ingresos al llegar a adultez que aquellos que no participaron.
Otro programa exitoso es el de tecnología guiada, que pone a los niños en contacto con softwares especializados, acorde a su nivel de conocimiento que les permite reforzar los conocimientos adquiridos en la escuela. Igualmente, los planes de estudio para docentes, para que puedan preparar y estructurar sus clases de forma atractiva.
Ya en la adolescencia, la experta dice que la evidencia muestra que los programas que ofrecen becas o premios, contribuyen a combatir la deserción escolar, así como los que permiten a los jóvenes realizar prácticas cortas en empresas locales.
Priorizar el gasto en políticas costo-efectivas
Aunque dice que las habilidades pueden adquirirse en todo el ciclo de vida, Hincapié subraya que es en la primera infancia en donde la inversión resulta más rentable. Dijo que con el libro que examina las habilidades que aumentan la productividad de los individuos, el BID busca que los tomadores de decisiones conozcan los programas que podrían tener impactos grandes a un costo relativamente bajo y prioricen el gasto en políticas costo efectivas.
@elcaribe