A continuación su testimonio del episodio que le anuló momentáneamente la voluntad:
¡Estoy viva!
Ser víctima de un atraco ya no es algo que sorprenda en un país tan inseguro como el nuestro.
Mi voluntad y rebeldía por defender lo mío, en ese preciso momento se anularon por completo. No por el robo, sino por lo que el hombre aquel usó para “abobarme”.
Sentí la mano de ese delincuente, viejo y flaco, rozar por mi brazo, al instante me sustrajo mis pertenencias de la cartera que llevaba abrazada delante de mí. Me ordenó salir del vehículo, y como un sirviente obedece a su amo, así hice, sin decir ni una palabra (sí, yo, la que no calla nada).
Olvidé por completo que había abordado un carrito en la 27 (de Febrero), estaba mareada y perdida en una calle que transito a diario. Media hora después recordé todo... Ya no tenía nada (dinero, documentos, celular).
Había escuchado eso de que “te duermen, te roban y ni cuenta te das”, hasta dudoso se escucha, pero solo quien lo vive conoce la horrible realidad.
Tengo lo más importante conmigo: mi vida. Pero la impotencia y el coraje permanecen, aunque no sirvan para nada.
Le pregunté al oficial de la policía:
-Si estuviera consciente de que me estaban robando en ese momento, y para defenderme le diera un ‘tiro’ en la pierna al hombre ese, ¿qué pasaría?
SU RESPUESTA: Vas presa.
-¿Y en caso contrario? ¿Si lo atrapan y saben que él me robó y agredió?
-...RESPONDAN USTEDES. No lo que dijo el oficial (puro protocolo), sino la realidad: “No hay suficientes pruebas” o peor, “suelto al segundo día”.
El temor que vivimos al salir a las calles, se acrecienta cada vez más.
¿Así podemos?
@listin