martes, 9 de octubre de 2018

El bullying la convirtió en una niña infeliz D


Santo Domingo.- Desde la educación primaria Kirsy (nombre ficticio) padeció la crueldad del acoso escolar (bullying) dentro y fuera de las aulas debido a su sobrepeso.

Con apenas nueve años ella pesaba 160 libras, pero a su corta edad no podía comprender tal hostigamiento por esa condición física, incluso en el trayecto hacia su casa.

La agresión no se limitaba a decirle “gorda”, sino que también sufrió agresiones físicas, como en una ocasión en que sus compañeros le frotaron “fogaraté”, una planta silvestre cuyo fruto está cubierto de una pelusa de pequeñas espinas que causan picazón e irritación en la piel.

Pasaba bastante tiempo encerrada en su habitación porque pensaba que no merecía estar en una sociedad que la juzgaba por su apariencia física.



Sus padres la llevaron a un psiquiatra, quien sugirió medicarla porque lloraba mucho y sufrió trastornos del sueño.

La depresión por el acoso en la escuela le provocó problemas de salud y comenzó a vivir una etapa en la que tenía que ingerir varios fármacos al día.

Poco antes de entrar al bachillerato comenzó a adelgazar y, como algunas ropas le quedaban holgadas, enfrentó también burlas por esa razón. “Quienes estuvieron conmigo en esa etapa saben lo difícil que fue. Yo pasaba mucho tiempo en cama y no me gustaba que nadie me mirara, me tocara, ni me dijera nada”, añadió con la voz entrecortada.

El hostigamiento, temores y problemas de salud provocaron que perdiera un año escolar justo cuando debía entrar a cursar el bachillerato, pero finalmente su entrada a este nivel en otro centro educativo significó un cambio notable para Kirsy, a sus 13 años, ya que conoció “personas maravillosas que por primera vez me enseñaron a encontrar mi verdadera esencia”.

“Allí comencé a complementarme, agradecí todas las burlas que recibí y me convertí en mí misma”, expresa sobre el cambio que comenzó a experimentar su vida, aunque sus problemas de salud persistían, ya que estuvo seis días interna por un sangrado profuso.

La joven cuestiona la indiferencia con que asumen los padres y las autoridades educativas el acoso escolar, a tal punto que se ha convertido en algo típico ver peleas de estudiantes dentro y fuera de los centros educativos, incitadas por otros compañeros de clases y también por adultos, que son grabadas y subidas a las redes sociales, donde se convierten en virales.

“Pero el cambio no empieza en un aula escolar, comienza en el hogar.

Si los jóvenes ven maltratos, ellos les brindarán a la sociedad más maltratos”, añade como si lanzara un consejo para evitar que otros padezcan su amarga experiencia.

Valorar la vida
En el 2015 Kirsy padeció otro trauma cuando su novio falleció en un accidente de motocicleta, un episodio sumamente doloroso, pero que al mismo tiempo le enseñó a perdonar y a valorar los pequeños momentos de la vida al lado de seres queridos y familiares.

Recuerda que una semana antes de fallecer su novio, hizo cosas que se apartaron de lo habitual, como una ocasión en que le dio un beso en la frente y le dijo que cuidara y valorara a su madre.

“Verlo una semana en intensivo sin él poder decir una palabra y sin poder yo decirle cómo estaba logrando los sueños que forjamos juntos me llenó de tristeza, pero también de valor”, indica sobre la combinación de dolor y enseñanza que vivió con ese suceso.

Sin embargo, cuenta que el duelo por esa pérdida le duró alrededor de un año, tiempo en que adelgazó mucho más, aunque finalmente se convirtió en un episodio de dolor y aprendizaje.

Buscar ayuda
Estudiante de Comunicación Social, Kirsy sugirió a los adolescentes y jóvenes bajo depresión buscar ayuda y jamás pensar en el suicidio como una salida final a los momentos difíciles que atraviesen.

Le conmueve ver tantos adolescentes y jóvenes que se quitan la vida, como el caso de uno que lo hizo frente a su madre. Se preguntó si la madre de ese adolescente se tomó el tiempo necesario para descubrir lo que a su hijo le afectaba, si exhibía alguna actitud extraña y si mostró algún indicio de que cometería ese acto.

“Nuestra sociedad debería entender que lo único que necesitamos las personas que pasamos por esta situación es alguien que nos escuche. Yo solo necesitaba abrazos, yo necesitaba liberarme, no necesitaba más nada”, dijo sobre la depresión de la que salió airosa con el ejemplo de lucha de su abuela y el apoyo de sus padres, quienes siempre buscan la forma de hacerla feliz.

Precisó que su padre le ha enseñado desde pequeña a esforzarse por las metas que quiere lograr y su madre la importancia de ser una persona emprendedora. De su abuela, indicó que vino de un campo a la capital con sus cuatro hijos para brindarles mejores oportunidades, sin saber qué comerían al día siguiente.

En sus momentos de mayor aflicción por el acoso escolar, recuerda que tenía la oportunidad de regresar del centro donde estudiaba a la casa en un vehículo, pero prefería caminar ese largo trayecto bajo un sol candente para mirar las expresiones de la gente y disfrutar del ambiente, porque eso la relajaba y le permitía eliminar tensiones.

Considera que es un vivo ejemplo de que el cambio es posible y de que se puede superar la depresión, ya que decidió incluso retomar proyectos que había abandonado, como un curso de inglés y otro de locución que ya terminó.

Con respecto a los niños y adolescentes que son víctimas del acoso escolar, les exhorta a no dejarse opacar por nadie, entender que el respeto se implanta y luchar cada día por sus sueños.

Ahora, a sus 20 años, Kirsy sonríe más y está convencida de que superar la depresión es posible.

Confiesa que se siente en paz y preparada para manejar cualquier reto que se le presente. “Las enfermedades y el acoso escolar no me han apagado ni me apagarán.

La depresión me hizo más fuerte, ahora sonrío todos los días y busco la forma de hacer sonreír a otros”, añadió con una actitud cargada de poder.

Minimizan problema
La sicóloga clínica infanto-juvenil Arisleydi Sánchez Guzmán lamentó que las autoridades educativas minimicen los efectos negativos del “bullying”, que siempre ha existido, pero ahora es más marcado por el uso de las redes sociales.

Explicó que el acoso escolar sobrepasa el relajo común entre estudiantes.

“Con el bullying ese estudiante se convierte en la víctima de una o más personas, y es constante, todos los días y solamente con ella o con él”, añadió.

La especialista indicó que antes las burlas se detenían cuando el alumno llegaba a la casa, pero ahora con el uso de las redes sociales se prolongan más allá de los centros educativos. “Ahora hay grupos de WhatsApp del colegio donde el bullying persiste y están las redes sociales. Ese bullying que ellos están viviendo ahora es 24-7, no cesa nunca, no hay un espacio de respiro para esos chicos que están sufriendo de acoso a sentirse discriminados y víctimas de todo lo que se pueda imaginar”, añadió Sánchez Guzmán, quien precisó que ahora las herramientas a la mano para el acoso escolar son más crueles.

La sicóloga infantil indicó que algunos adolescentes tienen las habilidades sociales para manejar cualquier estresor de la vida, como el acoso escolar, pero otros crecen con vulnerabilidades que les dificultan enfrentar cualquier crisis que se presente.

Exhortó a las autoridades educativas y a los profesores a no ver el acoso escolar como un invento de los psiquiatras y sicólogos, asumirlo como algo serio y a provomer constantemente políticas de no discriminación en los centros educativos.

Mientras, la representante en el país de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Alma Morales, advirtió que si un niño o adolescente es sometido durante todo un año escolar al acoso de sus compañeros de clases, esto afecta su autoestima y salud mental.

“No será un niño feliz, será un niño que no querrá ir a la escuela o colegio, un niño que comenzará a cambiar su comportamiento, luego se puede deprimir y hasta intentar un suicidio si no se identifica y trata a tiempo”, indicó Morales.

@listin