El importante aumento de los casos de coronavirus en Europa aboca a los países del continente a un nuevo confinamiento, con la excepción de las escuelas, mientras en algunas ciudades comienzan a aflorar protestas violentas de grupos de ultraderecha y antisistema. Los contagios en el Viejo Continente subieron un 41% en una semana para totalizar 10,4 millones de casos y 278.000 muertos desde que comenzó la pandemia, lo que eleva la posibilidad de un colapso en hospitales.
Para evitarlo, los gobiernos se ven obligados a restringir la libertad de movimiento y cerrar sectores enteros de la economía, generando resistencia en una población cansada de la pandemia. El sábado hubo protestas por segunda noche en varias ciudades españolas, con enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y actos de vandalismo y saqueos, que dejaron 32 detenidos, según la policía. Al menos 14 países europeos alcanzaron en la última semana cifras récord de ingresos en hospitales de enfermos del nuevo coronavirus.
España, tercer país con la mayor tasa de mortalidad -con 77 decesos por cada 100.000 habitantes, detrás de Perú y Bélgica (100), y delante de Brasil (75)-, impuso un toque de queda nocturno nacional y la mayoría de las regiones españolas dictaron cierres perimetrales para impedir viajar.
En Italia, tras un toque de queda en varias regiones, cierre de bares y restaurantes desde las 18:00 horas, gimnasios, cines y salas de conciertos, el gobierno contempla anunciar este lunes un confinamiento de las grandes ciudades, anticipó la prensa. En los últimos días también hubo protestas y choques con la policía en grandes ciudades del país.
En Francia, reconfinada desde el viernes por un mes, aumenta la ira de los comerciantes obligados a cerrar, que denuncian la competencia desleal de las grandes superficies, autorizadas a permanecer abiertas, y de las plataformas online, como Amazon. El primer ministro podría decidir el cierre en las grandes superficies “de los estantes de productos que no son de primera necesidad”, dijo el ministro de Economía, Bruno Le Maire. Las escuelas reabrieron este lunes luego de una suspensión de clases por el asesinato del profesor Samuel Paty a manos de un radical islámico.
En Reino Unido, podría prolongarse el reconfinamiento anunciado en Inglaterra a partir del jueves hasta el 2 de diciembre, dijo el ministro Michael Gove, alimentando la angustia de los sectores económicos. Es “una pesadilla antes de Navidad”, se indignó Helen Dickinson, directora general de la federación de comerciantes británicos.
Otros países también endurecieron las restricciones, como Portugal, donde el premier adelantó que declarará un estado de Emergencia, y Alemania, donde este lunes entran en vigor las nuevas restricciones consensuadas el miércoles pasado entre el Gobierno federal y los de los estados federados que contemplan el cierre en noviembre de la gastronomía, así como del ocio, la cultura y el deporte aficionado, mientras que escuelas, guarderías y comercios seguirán abiertos. A su vez, Austria anunció un segundo confinamiento desde el martes y hasta finales de noviembre.
Grecia, que decidió un confinamiento de un mes en Atenas y otras grandes ciudades a partir del martes, intenta “salvar las fiestas de Navidad”, explicó el primer ministro Kyriakos Mitsotakis.
El ministro federal de Salud de Bélgica, Frank Vandenbroucke, pidió al a población no salir de compras este domingo, previo a un endurecimiento del confinamiento por seis semanas.
Esta segunda ola en el Viejo Continente podría no ser la última, advirtió el Consejo Científico que guía al gobierno francés en la gestión de la pandemia. Se pueden temer “varias olas sucesivas durante el final del invierno y en la próxima primavera” boreal de 2021, en función del clima y el “nivel y eficacia” de las estrategias de test, rastreo y aislamiento de los casos positivos, afirmó.
El Consejo estima una salida de la segunda ola a final de año o principios de 2021, con un retorno de la circulación del virus a un “nivel muy controlado” (5.000 a 8.000 nuevos casos por día máximo).
Cada vez hay un mayor temor a que muchas empresas quiebren, y se enfrenten a un “armagedón financiero”, según Michael Kill, director de la asociación de bares y restaurantes en Reino Unido.
(Con información de AFP y EFE)