Por: Luis Henriquez Canela
Mientras las grandes metaleras de Santo Domingo se lucran, no hay pieza de metal que logre ponerse vieja en el patio de una casa, ni en los parques, en los monumentos y en ningún lado.
Los llamados “piperos” (enfermos, adictos -de menor cuantía- a las drogas) tienen que recurrir al robo de cables, lámparas, varillas, artefactos electrónicos, baterías, cables del tendido eléctrico y todo cuanto sea vendible con la finalidad de sustentar sus adiciones, todo en detrimento del ciudadano.