(CNN) -- WhatsApp anunció este martes nuevas funciones de privacidad que permitirán a los usuarios abandonar los chats de grupo sin enviar notificaciones a todos los miembros, y controlar quién ve cuándo están activos en la aplicación. Estas características son un recordatorio para todos nosotros de que tenemos que ser más reflexivos sobre las formas en que estamos dejando que la tecnología controle nuestras vidas.
Ami Vora, vicepresidenta de Producto y Diseño de la compañía, dijo que los cambios eran parte del compromiso de WhatsApp para "la construcción de características de productos que permiten a las personas tener más control y privacidad sobre sus mensajes".
Eso es importante porque muchos de nosotros hemos sido condicionados a dar, y esperar, respuestas instantáneas cuando la gente nos envía mensajes en el trabajo o en las aplicaciones sociales, ya sea un posible interés amoroso, un jefe en Slack o un amigo en WhatsApp.
El hecho de que otros usuarios puedan ver cuándo estamos conectados, y si hemos leído sus mensajes, en estas aplicaciones ciertamente no ayuda. Cuando sabes que tu jefe sabe que has visto su solicitud, es bastante difícil dejarlo ahí y centrarte en otra cosa, incluso si hacerlo sería más saludable o productivo.
Pero si queremos realmente hacer el trabajo y hacerlo bien, a menudo necesitamos desconectarnos por completo de estas aplicaciones. En un estudio de 2014, investigadores de la Universidad George Mason descubrieron que lidiar con las interrupciones no solo hace que tardemos más en completar una tarea, sino que también hace que la gente entregue un trabajo de menor calidad. Los estudiantes que fueron interrumpidos mientras escribían sus ensayos terminaron obteniendo puntuaciones significativamente más bajas que los que no tuvieron interrupciones.
Esto tiene sentido, ya que para planificar y ejecutar tareas complejas, a menudo necesitamos concentrarnos y mantener un tren de pensamiento coherente. Así que, se den cuenta o no, con frecuencia tenemos un mejor desempeño si no nos detenemos continuamente para responder al instante a nuestros compañeros.
Y, fuera del trabajo, hay más cosas en la vida que mandar mensajes a la gente sin parar. ¿Cómo se supone que podemos saborear una comida o cuidar de nuestros hijos con seguridad si estamos respondiendo a un flujo constante de mensajes de nuestros compañeros de trabajo, amigos y familiares? La respuesta sencilla es que no podemos. Otro estudio de 2014 descubrió que, a medida que mejoraba la calidad de las redes de telefonía móvil, permitiendo el uso de teléfonos inteligentes en diferentes partes del país, las visitas de niños pequeños a las salas de urgencias aumentaban en esas zonas. No es difícil imaginar que esto podría deberse a que sus cuidadores estaban ocupados enviando mensajes de texto en lugar de vigilarlos en el patio.
Sin embargo, muchos de los productos diseñados por las empresas tecnológicas, aunque aumenten nuestra ansiedad y disminuyan nuestra productividad y bienestar general, tienen el efecto de mantenernos atados a nuestras computadoras y teléfonos.
Cuando ves que un alto directivo te está escribiendo en Slack, o las burbujas de pensamiento de tu teléfono te avisan de que un interés amoroso está escribiendo un mensaje texto, por supuesto que te quedas pegado a la pantalla esperando su mensaje. Y como mucha gente trabaja desde casa, responder al instante, a todas horas, se ha convertido en una forma en que algunas personas intentan demostrar a sus colegas que están trabajando duro.
Lo que puede ser aún peor en nuestra cultura, en la que las respuestas instantáneas se han convertido en la norma, es saber que alguien ha visto un mensaje y no te está respondiendo. Puede dar la sensación de que te ignoran deliberadamente, aunque la persona esté simplemente ocupada en otra cosa.
Por eso, la opción de desactivar algunas de estas espeluznantes herramientas que permiten a la gente saber cuándo estás conectado y si has recibido sus mensajes, o si estás participando en un chat de grupo, es un avance bienvenido. Pero depende de todos nosotros utilizarlas realmente. Tenemos que informarnos sobre las opciones de privacidad que tenemos a nuestra disposición en las distintas redes sociales y dedicar tiempo a activarlas. Y, en última instancia, tenemos que pensar si realmente queremos ceder el control de nuestro tiempo a la tecnología y a otras personas. Deberíamos considerar la posibilidad de priorizar las cosas que queremos hacer, en lugar de dar prioridad a los mensajes que aparecen en la parte superior de nuestras aplicaciones.
Si todos empezamos a aprovechar estas herramientas y a cambiar la forma en que reaccionamos a los mensajes entrantes, podemos acabar cambiando nuestra cultura de mensajería interminable. Entonces, un día nuestros jefes podrían estar contentos de no recibir respuestas instantáneas de nosotros.