Nueva York.-«He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para tomar el tiro que ganaba el juego y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito».
En esta frase célebre, Michael Jordan, para muchos el mejor jugador de básquetbol de todos los tiempos, sintetiza su carrera dentro de la cancha: caer, levantarse, secarse las lágrimas y finalmente, producto de la persistencia, ponerse de pie para triunfar.
Sin embargo, en las oficinas, la historia ha sido un poco distinta. Porque Jordan, el del 6-0 en Finales, el de los cinco MVPs, el hombre que cambió el básquetbol, impulsó el negocio de la NBA como nunca antes y vendió más zapatillas que ninguno – entre otras tantas cosas – decidió tirar la toalla como dueño de los Hornets.
Después claroscuros en continuado, de decisiones polémicas y desacertadas, Jordan se rindió.
Tiró la toalla y dijo basta. En definitiva, haber sido el mejor de todos dentro de la cancha no es indicativo de que se puede ser el mejor fuera. Hay casos de éxito en la gerencia, por ejemplo Jerry West, creador del Showtime en los Lakers, pero también casos para el olvido como Isiah Thomas en los Knicks. Hay, en definitiva, un poco de todo.
Pésimo
1988 Fue la última vez Que Jordan.
Levantó el trofeo Larry O’Brien como campeón de la MBA, cuando militaba con los Bulls.
AP