LA VEGA.-Los alumnos de básica de la comunidad de la presa de Tavera, en la provincia de La Vega, son despechados a sus casas cuando llueve, pese a que están alojados en un edificio de dos niveles que costó 10 millones de pesos.
El local no tiene puertas ni ventanas, los mobiliarios están deteriorados y desde que hay asomo de lluvia los niños y niñas son enviados a sus casas para que no empapen con la lluvia y pesquen un resfriado.
El problema no es nuevo. Según explicaron los profesores y activistas cívicos de la comunidad, tiene su origen en una deuda dejada por la antepasada ministra de Educación, Alejandrina Germán, traspasada al saliente Melanio Paredes, quien tampoco resolvió la situación. Explicaron que el contratista que tenía a su cargo la obra la detuvo alegando que el Gobierno no le pagaba, y desde entonces ninguna autoridad se ha ocupado de que se concluya la construcción y sea debidamente equipada para la docencia. Ahora el problema recae en manos de la recién designada ministra Josefina Pimentel.
"Eso da pena, una construcción como esa donde dizque se invirtieron 10 millones de pesos y cuando llueve no se puede dar clases".
José Arias, dirigente comunitario denunció que la escuela lleva varios años en esa situación, pero ninguna autoridad de La Vega ni de la ciudad capital ha puesto la atención debida al caso.
Antes de asistir a este plantel construido a medias, los alumnos y alumnas recibían clases en un viejo local apunto de colpasar, razón que motivó que ocuparan la actual escuela sin haber sido terminada por las autoridades. Sin embargo, las autoridades han interpretado el traslado como "la solución" al problema.
Los más de 50 niños y niñas del nivel básico, reciben clases hacinados, todos los cursos juntos desde el primero hasta el quinto grado. Los mobiliarios de la escuela no sirven. En el espacio donde debe estar habilitada la biblioteca sólo hay un estante con algunos libros y algunos materiales didácticos colocados de manera desordenada, como si se trabara del depósito de desechos.
La profesora Daysi Jiménez, que día tras día se esfuerza por educar a los alumnos, expresó a Acento.com.do que ya no tiene ganas de seguir denunciando la situación, porque nadie la escucha ni acude en auxilio de esa comunidad.
La profesora Jiménez padece una disfonía que casi le impide comunicarse, debido al esfuerzo diario de hablar en vozo alta a 50 niños en un local que no impide que entre el ruido exterior. Comparte su tarea con otra maestra que imparte docencia en el horario vespertino.
"Eso da pena, una construcción como esa donde dizque se invirtieron 10 millones de pesos y cuando llueve no se puede dar clases", dijo José Arias, quien no oculta su indignación por la injusticia que sufre su comunidad.