El período que transcurre invita a la meditación, no solamente por el tiempo señalado, sino que debe haber un espacio para un cambio de dirección en el alma, que nos guíe a una reflexión constante, ya que por la situación que atravesamos, es difícil. Ser santo no es asunto de una semana, es un mandato de Dios que el creyente tiene que observar y llevar en obediencia siempre “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. {Hebreos 12:14}. La mayorá de la gente está a la espera de una semana en el mes de abril para irse a diferentes lugares y dar riendas sueltas a sus pasiones mundanales, y poder experimentar sensaciones y emociones que nada tienen que ver con el verdadero significado de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. La Biblia dice que en los tiempos del fin aparecerán hombres ” que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita.” 2 Timoteo 3:5. El creyente de Cristo tiene que cuidar su testimonio, y tener mucho cuidado con esa oferta de una “supuesta semana santa” en la que de todo se ve y se practica menos la santidad que demanda la ocación, y solamente un remanente, santo y separado para Dios, mantiene una profunda comunión e intimidad con Jesucristo. La Iglesia es la comunidad de los embajadores de Jesucristo en la tierra, implicación de que nuestro testimonio debe reflejar el formato de la obra redentora que ÉL fabricó en nosotros con el sacrificio de su muerte en la cruz. El cordero inmolado vive, y después de habernos hecho como dice su palabra, un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, y pueblo adquirido para que anunciemos las virtudes de él, está invitando a salvación y vida eterna diciendo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. {El Apocalipsis 3:20}. Con su muerte nos ha resucitado juntamente con Él, siendo el pan vivo que descendió del cielo para que el que de él come, no muera. El alma que se humilla, y acepta a Cristo como Salvador y Señor, camina en prosperidad, bendiciones, y en victoria. Aquí les dejo las siete palabras pronunciadas por Jesús antes de redimir a la humanidad de la muerte y del pecado. 1- Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc. 23,34) 2- En verdad, en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc. 23,43) 3- Mujer, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre (Jn. 19, 26-27) 4- ¡Dios mio, Dios mío!, ¿Por qué me has abandonado? (Mc 15. 15,35; Mt. 27,46) 5- Tengo sed (Jn 19,28) 6- Todo está consumado (Jn. 19, 30) 7- Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc. 23, 46) Nuevas del bien, Pastor Antonio Regalado Congregación Maranatha, Inc. 15 South Main Street Uxbridge, MA 01569 (508) 820-8084 |