Muchos de los semáforos de la capital y de otras grandes ciudades de República Dominicana están convertidos en una especie de “terror” para la gente, generadores de estrés, intranquilidad y hasta de inseguridad para las personas que a bordo de sus vehículos deben parar frente a estos dispositivos de señales, en cumplimiento a la Ley de tránsito. Detenerse ante la luz roja de un semáforo ya no solamente significa contratiempo y retraso para llegar a un destino, sino que también implica otras dificultades e incomodidades provocadas por un puñado de “indeseables” que hacen la de vendedores, limpiavidrios, limosneros y hasta estafadores.
En actitud acosadora y muchas veces provocativa los limpiadores de cristales increpan a los conductores de vehículos cuando estos simplemente, haciendo uso de un derecho, rechazan en sus parabrisas el agua y la esponja sucias, igual que la goma escurridora.
Estos semáforos no solo han sido “invadidos” por personas que provienen de barrios pobres (con derecho a subsistir) sino que también de ellos se han apoderado adictos a drogas narcóticas, inhaladores de cemento y otros químicos, así como pordioseros que rara vez convencen de su real necesidad de pedir, y en cambio muestran muy buenas condiciones para realizar algún tipo de trabajo.
Los mas “despreciables” por su actitud son los limpiavidrios, que terminan lanzando improperios, insultos y hasta palabras obscenas. Pero los vendedores no se quedan atrás en su afán de acosar a quienes en su mundo de negocio consideran “cliente”.
Abalanzarse hacia el vehículo con un comportamiento muchas veces sospechoso es una característica del vendedor en los semáforos, que no se marcha sin antes hastiar al conductor, quien en ocasiones queda temeroso por una mirada que el sujeto o ella deja pasear por el interior del vehículo.
Y es que en la percepción de muchos conductores se asienta el temor de que en ese grupo que “se busca la vida” en los semáforos puede haber de todo, gente que esté al acecho de cualquier descuido para sustraer algún objeto del interior del automóvil, si encuentra el vehículo con los cristales abajo.
Se sabe de palabras amenazantes e insultantes que especialmente limpiavidrios y limosneros han lanzado contra personas que esperan pacientemente el cambio a la luz verde en los semáforos.
Se dan situaciones en las que ciudadanos o ciudadanas, que salen agotados del trabajo u otros compromisos, o que se dirigen hacia esas responsabilidades, pierden la paciencia acosados por el comportamiento hostil de los “invasores” de las esquinas donde se genera gran tráfico de vehículos.
Muchas veces esos malos ratos o incomodidades provocan estrés, desnivel de los valores en la presión arterial de las personas, migrañas profusas, alteración de la diabetes, disminución o aumento de los niveles de azúcar en la sangre, un dolor precordial (que puede ser síntoma de una angina de pecho), y conducir a su vez a un infarto.
Otro gran riesgo es que en mujeres embarazadas, una elevada presión arterial le puede ocasionar un aborto espontaneo o una amenaza de aborto. También producto de la ira puede dar taquicardia.
Algunas personas consultadas sobre el acoso que se vive en los semáforos reaccionan con fuertes críticas a esa situación.
“Eso sí me quilla (me molesta) a mí, es muy incómoda esa situación”, dijo Mayrelis Ventura, abordada sobre el particular.
“Ay mi madre!, cuando los semáforos tardan mucho ahí es que ellos se aprovechan ”, exclamó Juan Soriano, otro conductor que ha sido presa de lo que aquí se ha descrito.
Otros consideran que las autoridades competentes deben actuar en consecuencia, ya que si bien es cierto que esas personas se amparan en el derecho de sobrevivir, también es cierto que no pueden invadir el derecho de tranquilidad y seguridad de las personas que por mandato de la ley se detienen en los semáforos.
POR LUIS BRITO ELNUEVODIARIO