lobarnechea1@hotmail.com
Siendo ministro de Educación en la Era de Trujillo, Balaguer viajaba por la antigua carretera del Sur entre Azua y Barahona. Iba a inaugurar la escuela rural de Polo, una obra que Polibio Díaz había solicitado con mucha insistencia al dictador.
En la época los chivos azuanos se daban silvestres y era común que los atropellaran los vehículos en la carretera. Chivo muerto, era chivo en la cajuela del carro.
Pero Balaguer iba concentrado en el discurso que daría esa mañana en presencia de Trujillo, que aprovechó una visita de varios días en el Sur para inaugurar varias obras construidas por el gobierno.
No se inmutó y ni siquiera levantó la cabeza cuando sintió un golpe seco en la parte frontal del automóvil... ¡Sigue, sigue... que vamos retrasados!, fue lo único que le dijo Balaguer a su chofer cuando sintió el golpe después del frenazo violento.
El automóvil siguió a toda prisa y Balaguer volvió a concentrarse en los papeles que leía, como si nada hubiera pasado.
Llegaron a Polo minutos después cuando ya el acto estaba a punto de comenzar, y Trujillo ocupaba ya su asiento en la tribuna... Inmediatamente tocaron el Himno y comenzaron los discursos.
Balaguer, como de costumbre, dio un discurso memorable resaltando “los grandes esfuerzos que hacía el primer maestro de la República, el Padre de la Patria nueva, para llevar el pan de la enseñanza a todos los rincones de la isla”.
Trujillo siguió en la zona por varios días, pero Balaguer regresó a la capital. De vuelta en la carretera, le preguntó al chofer:
ó¿Fue a un chivo o a un muchachito que atropellaste cuando veníamos...?
“Fue a un niño, doctor, a un niño...”