Las frases que más he aplaudido en la vida y que han frenado mis peores impulsos homicidas son “la misa ha terminado...pueden irse en paz” (a menos que el cura haya denunciado con pelos y señales a farsantes, ladrones y rastreros); cuando al cabo de hablar y hablar y hablar el político demagogo (grave pleonasmo) dice “y finalmente” (a menos que diga los disparates más risibles), y cuando un gran intelectual (no se confunda: hay cultos y culteranos), después de apabullar implacablemente con innecesarias citas de autores raros, dice “ya para concluir” (a menos que sea Andrés L. Mateo).