Aparte de los dos muertos y cinco heridos por los disparos, decenas de personas resultaron con moratones, rasguños y golpes leves cuando cayeron al suelo, chocaron con paredes, escritorios y otros objetos, dentro del corre-corre que se presentó en el interior del centro hospitalario al escuchar los primeros balazos.
Hasta pacientes con sueros puestos y con dificultades para caminar fueron observados agilizando el paso saliendo del edificio médico que posee cerca de mil camas para internos, y todas estaban llenas.
Parte del personal tuvo que refugiarse en las habitaciones de los pacientes, evitando ser blanco de las balas.
El pistolero fue identificado como el médico Henry Michael Bello, un afroamericano, que había sido despedido del centro de salud por hostigamiento sexual hace dos meses.
Para cometer el hecho en los pisos 8, 16 y 17, penetró con un fusil M-16 debajo de una bata de doctor que llevaba puesta.
Alrededor de un centenar de policías, algunos ubicados en los techos de edificios pegados al hospital, rodearon inmediatamente el lugar, y un equipo especial de la policía neoyorquina penetró al inmueble e iba revisando piso por piso el hospital y en eso Michael Bello se dio un tiro en la cabeza, según se informó.
Un helicóptero se mantuvo sobrevolando el sitio por más de una hora, y tanto el FBI como el alcalde Bill de Blasio aseguraron que no se trató de un acto de terrorismo.
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