domingo, 1 de septiembre de 2019

Los últimos pasos de Anibel González


Ramón Pérez Reyes@listindiario
Santo Domingo, RD

Luego de ser atacada salvajemente, con cuatro disparos a “quemarropa”, Anibel González, de 30 años y madre de tres niñas, pudo caminar unos cuantos pasos,  y salir hasta la escalera de su vivienda, agarrándose el pecho para evitar desangrarse por la hemorragia de una de sus heridas.

Ahí se sentó, y comenzó a pedir auxilios a sus vecinos para que no la dejasen morir.

Dentro de la vivienda, en el baño, yacía en un charco de sangre el cuerpo de su verdugo, su expareja Yasmil Fernández Estévez, de 43 años, quien se disparó en la cabeza después de cometer el hecho, y delante de las tres hijas que procreó el matrimonio, en el transcurso de doce años.

Las nuevas huérfanas de la tragedia, que siempre se repite, y que las llevan a ingresar a  las estadísticas de los feminicidios múltiples, tienen 11, siete y cuatro años de edad.

“Ella fue traída con múltiples heridas, la más grave era la del tórax, que entró y salió, hizo un sangrado moderado, se transfundió y no volvió a sangrar. Se mantuvo estable y consciente, pero a las tres de la mañana hizo una hemorragia masiva y murió”, explicó el doctor Guillermo Hernández, director del hospital local, Antonio Musa, donde fueron llevados los dos.

Eso ocurrió después que los vecinos, que escucharon los disparos y la voz de la mujer cuando le decía: “yo te quiero, mira a tus hijas, yo te quiero, no lo hagas por favor”, socorrieran a la abogada y comerciante, quien ya estaba herida de muerte.

El vecino más próximo a la vivienda, una casa de dos niveles, situada en el barrio Los Maestros y a donde González se había mudado hace 18 años, a tal punto que aún conserva el letrero de “se alquila”, narró que junto a otro vecino la pudieron bajar y colocar en la acera, cerca de un “poste de luz, en lo que llegaba el 911”.

“Una vecina salió con un paño y se le puso en la herida del pecho para detener el sangrado y ella no paraba de repetir: no me dejen morir”, dijo el hombre que no quiso revelar su nombre.



El vecino aprovechó la ocasión para quejarse de lo que define como una gran tardanza del sistema de emergencia, ya que tardó aproximadamente 25 minutos en llegar, “ya que en vez de enviar una ambulancia a recogerla ellos no paraban de hacerle preguntas técnicas”.

Las testigos
Las hijas de este matrimonio, que se dedicaba al negocio de la venta de muebles, y que según los propios familiares comenzaron a tener problemas serios hace dos años, y derivó en que el marido apuñalara siete veces a su mujer, y por lo cual fue a prisión, son las únicas testigos de la tragedia.

“Las niñas gritaban espantadas mientras la impotencia me quemaba por no poder hacer nada ya que estaba desarmado”, narró un vecino.

Es que Yasmil Fernández Estévez fue a la casa con el argumento de buscar a sus hijas.

Eran cerca de las cinco de la tarde del viernes y el  hombre regresó unas dos horas después y al parecer una hija le abrió la puerta, lo que aprovechó para penetrar con un arma de fuego y encontró a su víctima en una de las habitaciones, dijeron.



“Llegó con las niñas en brazos, una de cada lado, y las acompañó hasta la vivienda donde la hija mayor de once años de edad le abrió la puerta”, dijo un testigo.

“Él se enfermó con eso. El sistema y ella creyeron en él, pero le falló a la justicia y a la sociedad”, dijo el abogado Julio Mercedes, quien se definió como amigo de la familia, y quien intervino en algunas ocasiones en busca de la solución del caso.

Preguntas sin repuestas

¿Cómo consiguió este hombre un arma de fuego si estaba bajo el régimen de una medida de coerción, que le impedía portarla? Ese es un tema pendiente de las autoridades. ¿Por qué  estaba en libertad, después de estar en prisión por la agresión anterior?

Miguel Ureña, tío de la víctima y como abogado acompañaba a la víctima en el caso anterior, explicó que la misma no “se constituyó en parte civil” tras alegar que “pensaba en sus hijas”.

Narró que el Ministerio Público llegó a un acuerdo con el agresor, del que dijo Gónzalez le explicó que no estaba de acuerdo “porque no era lo que ella había acordado”.

“Realmente ella no se constituyó en actor civil, y eso fue un proceso que fue llevado por el Ministerio Público. El Ministerio público hizo un acuerdo con él de que de los cinco años solo permaneciera en prisión uno y medio y el resto haciendo trabajos comunitarios, firmando y recibiendo asistencia psicológica”, explicó Ureña.

El acuerdo era que él iba a durar un año y cinco  meses preso y después recobraría su libertad  condicionar, con visitas periódicas”, narró.

Consideró que hubo negligencia por parte del Ministerio Público ya que ellos sabían que este era un caso de intento de homicidio y que aunque las partes llegaron a un acuerdo, el Ministerio Público no debió dejarlo en libertad.

Para buscar repuesta a este tema acudimos donde el fiscal titular de esta jurisdicción, Pedro Núñez, pero argumentó que la que llevaba el caso era la unidad de Violencia de Género.

Al hacer contacto con la encargada explicó que esta daría su versión en la ciudad de Santo Domingo, en la Procuraduría General de la Republica, a donde fue llamada.

Sin embargo, Diario Libre publicó que el Tribunal Colegiado de la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial de San Pedro de Macorís admitió el acuerdo arribado entre Yasmil Oscar Fernández y el Ministerio Público, representado por Margarita Hernández Morales a pesar de que encontró a Fernández culpable de tentativa de homicidio.