A lo largo de medio siglo se han gestado decenas de proyectos para el rescate del río Yaque del Norte, desde su cuenca, su paso por la provincia de Santiago, hasta su desembocadura en Manzanillo, a pesar los esfuerzos de ambientalistas y entidades empresariales en detectar sus problemas y de proponer acciones para recuperar su caudal y parar la contaminación, el afluente languidece.
“Los gobiernos se han enfocado en soluciones cosméticas, hablan de presas, limpieza y descontaminación, sin considerar que al ritmo que vamos pronto no habrá agua suficiente que “tratar”. Lo urgente es la restauración ecológica de toda la cuenca Yaque y esa tarea sigue pendiente”, es la reflexión que hace Nelson Bautista, miembro del consejo directivo del Botánico de Santiago y dirigente de la entidad ambientalista Tiempo Verde, al hacer referencia a la situación del principal afluente de la región y el país.
En la conciencia de muchos santiaguenses está el clamor que se ha hecho desde diferentes sectores de la sociedad sobre la necesidad de proteger el río Yaque del Norte, la principal fuente agua de la región, tanto para el consumo humano como para irrigar la tierra. La deforestación, los asentamientos humanos que violan la distancia de su ribera y que vierten sus desechos domésticos hasta el río por carecer de servicio de alcantarillado sanitario, hasta los que se lanzan desde las industrias, son temas ampliamente debatidos, sobre los cuales se han hecho algunos aportes, pero que por seguimiento y de recursos económicos aún no se llega a los objetivos deseados.
En los últimos años también se suma el tema de los plásticos, los que a través de diferentes arroyos y cañadas van a parar al río Yaque del Norte, a los canales de riego y esto hace que se desenfoquen programas para dedicar tiempo y recursos a sanear todos los afluentes que desembocan en el cargado de basura. La contaminación también debe ser tratada desde el nacimiento del Yaque con la construcción de un sistema de alcantarillado sanitario en el municipio de Jarabacoa, donde nace el afluente.
La recuperación del río ha estado latente en las entidades ambientalista, como la Sociedad Ecológica del Cibao (Soeci) y tiempo Verde, y las asociaciones empresariales, consciente del valor que tiene este afluente, ya que además del consumo humano es esencial para la ganadería y los proyectos agrícolas de varias provincias de la región.